Entramos en el campamento sin que nadie nos viera, caminando sigilosamente para no hacer ruido. Nos dirigimos hacia la cabaña del jefe troll y nos miramos sin saber qué hacer. Le hice señas a Charlie para que me siguiera y empecé a andar hasta llegar a unos matorrales secos que había, lo suficientemente altos para taparnos.
-¿Qué hacemos?-le pregunté susurrando cuando llegó a mi lado.
-Necesitamos que uno distraiga a los trolls que están dentro de la cabaña mientras el otro se cuela en ella para buscar la piedra-respondió confiado.
-¿Y si la piedra no está dentro?-inquirí.
-Estoy seguro de que el jefe la tendrá lo más cerca posible de él-contestó.
Suspiré.
-Yo los distraeré-dijo Charlie.
-Bien, intentaré conseguirla cuanto antes. No dejes que te cojan. Nos reunimos con los otros a la salida del campamento, ¿vale?-repliqué.
-De acuerdo-Charlie empezó a andar hasta la cabaña.
Al cabo de dos minutos, salió corriendo perseguido por dos trolls, entre los que se encontraba el jefe. Miré a ambos lados para asegurarme de que no había nadie mirando y entré. Dentro había un burdo trono hecho de hojas y ramas y pintado con un líquido espeso y rojo, seguramente sangre. Me estremecí imperceptiblemente y empecé a registrar la habitación. Aparte del trono, había una piedra, usada a modo de mesa, llena de mapas arrugados. Detrás del trono vi una estantería de madera con objetos envueltos en paños sucios. Desenvolví cada paquetito y encontré de todo: un cráneo podrido, un escudo mellado, un cofre con oro… En uno de ellos había una piedra preciosa de color verde esmeralda, que supuse que sería lo que estaba buscando. No era muy grande, se podía colgar de una cadena y usar como colgante sin problemas. La cogí y me quedé mirándola, fascinada.
Oí unas pisadas que se acercaban a la cabaña y rápidamente me guardé la piedra y salí por la puerta al mismo tiempo que el jefe de los trolls entraba, con cuidado de no rozarle para que no me descubriera. Caminé hasta los límites del campamento donde vi a Jack y Elisabeth conversando animadamente, pero no encontré rastro alguno de Charlie. Me acerqué, preocupada, y les susurré:
-¿Habéis visto a Charlie?
-Ha salido corriendo seguido por una horda de trolls hace aproximadamente cinco minutos-respondió Jack.
-¡Qué cobarde!-añadió Elisabeth.
Yo me enfadé y contesté:
-¡¿Cobarde?! Ha entrado en el poblado para entretener a los trolls para que yo pudiera recuperar la piedra mientras vosotros estabais haciendo manitas. Creo que todos sabemos quién es el verdadero cobarde.
Jack me miró estupefacto y preguntó:
-¿Nos estás llamando cobardes?-enrojeció-. Y no estábamos haciendo manitas-sentenció muy dignamente.
Yo bufé por toda respuesta y empecé a andar buscando a mi compañero, murmurando en voz baja su nombre. Unos arbustos raquíticos se movieron y salió Charlie quitándose la capa.
-¿La has conseguido?-inquirió.
-Sí-respondí-. Adivina que estaban haciendo esos dos bobos.
-Me lo puedo imaginar perfectamente-agregó amargamente-. Avisémosles y volvamos al poblado de los elfos para entregarle la piedra a Akohrye.
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Los cuatro Elegidos
FantasyCuatro chicos descubren que poseen los poderes de los cuatro elementos principales: tierra, agua, aire y fuego; y que deben usarlos para derrotar a las fuerzas del Mal que controlan el mundo del que provienen. Reservados todos los derechos. Queda ri...