No había amanecido cuando Aquhya me zarandeó para despertarme. ¿Es que no íbamos a levantarnos nunca a una hora razonable? Mi malhumor iba a ser monumental. Odio madrugar. Tomamos un desayuno muy escueto y nos preparamos. A ese ritmo, iba a volver diez kilos más delgada, pero no me importaba mucho. A una señal del padre de Elisabeth, los delfines volvieron a aparecen y cada uno montamos en uno. Yo no sabía si el mío era el mismo que el del día anterior, pues todos eran iguales.
Los animales empezaron a cabalgar sobre las olas y en media hora, más o menos, ya estábamos en territorio de sirenas. Los delfines nos dejaron en el agua después de que Elisabeth nos volviera a convertir en humanos con branquias.
-Yo no puedo acompañaros más-anunció Aquhya-. De hecho, ahora mismo estoy rompiendo una regla muy importante, así que debo marcharme cuanto antes. Buena suerte.
La ninfa y los delfines se fueron y nosotros nos sumergimos. A nuestra compañera ninfa se le ocurrió practicar un hechizo para que pudiéramos hablar bajo el agua.
-Menudo alivio, pensaba que íbamos a estar mudos todo el tiempo-dijo Jack.
Estuvimos nadando un rato hasta que divisamos una población.
-¿Cómo vamos a robar la piedra sin que nos descubran?-preguntó Charlie.
-Gracias a mí-respondió una voz desconocida.
Todos nos giramos sobresaltados y vimos a Siebh.
-¡Traidora!-grité.
Jack extendió el brazo delante de mí para evitar que me tirara sobre ella. La sirena levantó los brazos en señal de rendición y Jack inquirió:
-¿Cómo sabemos que no vas a traicionarnos otra vez?
-No podéis saberlo, debéis confiar en mí-contestó.
Los cuatro hicimos un corro para discutirlo.
-¡No podemos fiarnos de ella!-exclamé yo.
-No tenemos otra alternativa-contraatacó Charlie.
Jack asintió con la cabeza mostrando su aprobación. Elisabeth no dijo nada.
-Decidido entonces-añadió Charlie.
-Como intentes jugárnosla, te mato-le solté yo mientras le comunicamos que podía contar con nosotros.
Ella miró brevemente a Elisabeth y aceptó.
-Es conveniente que esperemos al anochecer para llevar a cabo el plan: os conduciré hasta las dependencias de mi padre, que es donde está la piedra. Una vez allí, tenemos que ser muy rápidos para que nadie nos descubra.
Todos estuvimos de acuerdo y ella nos llevó hasta un edificio cerca de la ciudad submarina en el que no vivía nadie. Una vez allí, Jack y Charlie se sentaron en el suelo y Elisabeth y Siebh se quedaron de pie hablando. No sé sobre qué conversaban, pero parecía algo importante.
Me senté cerca de los chicos y oí que Siebh decía:
-...lo hice para protegerte, yo te quiero.
Dejé de escuchar, porque era una conversación privada.
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Los cuatro Elegidos
FantasyCuatro chicos descubren que poseen los poderes de los cuatro elementos principales: tierra, agua, aire y fuego; y que deben usarlos para derrotar a las fuerzas del Mal que controlan el mundo del que provienen. Reservados todos los derechos. Queda ri...