Capítulo XLVII: División

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Seguí andando hasta que encontré una habitación vacía y me metí dentro. Todo lo que había dicho era verdad. Cuando vi a Jack por primera vez en el instituto, dos años antes, me enamoré de él perdidamente. No lo conocía, pero observar cómo se movía por el centro fue suficiente para ponerlo en un altar. Sonreía a todos, flirteaba con todas las chicas y deslumbraba a los profesores con su carisma. Supongo que tenía que haber previsto que una persona no puede ser perfecta, pero yo lo idolatraba, aunque él nunca me había dirigido una sola mirada. Al conocerlo mejor me gustó aún más y empezaba a pensar que él se había fijado en mí en cuanto dejó de intentar ligar con Elisabeth.

Que hablara conmigo en vez de con ella, que tenía un sexy acento británico, era todo un logro, pero supongo que había malinterpretado la situación y solo se fijaba en mí por el despecho de Elisabeth. Seguramente ella había visto su verdadera cara y había pasado de él. ¿Cómo podía haber sido tan tonta como para pensar que yo tenía alguna oportunidad?

Por suerte, había descubierto su verdadera cara antes de hacer algo estúpido. Desde ese momento, jamás podría volver a mirarlo igual. Cuando descubres la verdadera cara de una persona, no puedes dejar de verla como lo que es en realidad, por mucho que quieras. Esperaba que el resto del mundo se diera cuenta de cómo era de verdad, porque es muy frustrante saber que tienes razón y que los demás sigan adorando a esa persona hipócrita que tú odias.

El sonido de la puerta al abrirse me sacó de mis cavilaciones. Charlie asomó la cabeza y preguntó:

–¿Puedo pasar?

–Supongo–respondí.

–No te había querido decir nada antes, pero yo ya sabía cómo es Jack en realidad...–empezó a decir.

–Vas directo al grano, ¿no?–le corté.

–Mira quién fue a hablar–contraatacó.

–¿Y por qué no dijiste nada?–cambié de tema.

–¿Me habrías creído? Cuando la gente ve a una persona de una manera, no va a dejar de verla así solo porque otra se lo diga.

–Tienes la razón, la verdad–acepté–. Pero basta de hablar de mí. ¿Sabes qué creo? Creo que deberíamos dividirnos. Dos pueden ir a Vulcania a recuperar la última piedra y los otros se adelantan y van a Elaevulnin para salvar a mi hermano y derrotar a Zlubevil.

–No es mala idea. Supongo que tú querrás estar en el segundo grupo.

–Por supuesto. Y preferiría que me acompañaras tú–remarqué.

–Voy a ir a decírselo a los demás para ver qué piensan. ¿Te vienes o te quedas?

–Creo que me voy a quedar. No tengo ganas de ver a nadie.

Al cabo de unos minutos, Charlie regresó con cara triunfante.

–Has tenido una gran idea. A todo el mundo le ha gustado–proclamó exultante.

–¿A Jack también?–me dolía solo pronunciar su nombre.

–Bueno, verás...–tartamudeó incómodo.

–¿Qué pasa?–pregunté con sospecha.

–He dicho que la idea era mía, porque sabía que no la tomarían en serio si decía de quién era de verdad–confesó.

–Eres increíble–bufé.

Los cuatro ElegidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora