Avisamos a Jack y Elisabeth y nos bañamos por turnos. Yo sujetaba una toalla delante de la tina mientras Elisabeth se bañaba y Charlie hacía lo propio con Jack. Cuando terminaron, nos cambiamos. Fue muy agradable volver a estar limpia de nuevo, me sentí como una persona nueva. Después de lavarnos y vestirnos con ropa élfica, nos dirigimos a la cabaña de Akohrye. Ya había perdido la cuenta de las veces que habíamos ido allí en lo que llevábamos de estancia en Elementium.
Jack golpeó la puerta suavemente con los nudillos y la abrió. Akohrye estaba sentado en su lugar habitual, ensimismado. Me aclaré la garganta y proclamé:
-Sabio, queremos volver a intentar recuperar la piedra del campamento de los trolls.
-Y esta vez no nos pillarán… Esperemos…-añadió Jack con una sonrisa sarcástica.
Le fulminé con la mirada. El elfo nos miró uno por uno y dijo:
-Os daré algo que os ayudará a pasar desapercibidos.
Nos tendió las manos vacías. Jack contuvo una risita y fingió estar profundamente agradecido:
-Muchas gracias, oh Sabio, este es el mejor no-regalo que he recibido en toda mi vida.
Akohrye sacudió la cabeza, frustrado por el sarcasmo de Jack y explicó:
-Estas son capas de camuflaje. Se mimetizan con el entorno de su alrededor. Os serán muy útiles.
Yo me acerqué y confirmé que sus manos no estaban vacías, podía ver pliegues en la supuesta tela de las capas.
-Muchas gracias, Sabio-contesté con sinceridad.
Akohrye nos dio además una bolsa con provisiones y la brújula mágica de la ocasión anterior. Partimos del poblado al atardecer, en completo silencio. Yo elaboraba un plan para entrar en el campamento y Jack y Elisabeth susurraban y me señalaban. Alcé la cabeza y aminoré la marcha hasta rezagarme junto a Charlie, quien estaba sumido en sus pensamientos. Cuando empezó a anochecer, buscamos un lugar donde resguardarnos y comimos una efímera cena compuesta de pan y bayas silvestres.
Al alba, nos despertamos y empezamos a caminar de nuevo. Jack y Elisabeth seguían susurrando, aunque ya no me señalaban y yo decidí entablar conversación con Charlie.
-¿Qué crees que deberíamos hacer una vez que nos acerquemos al campamento?-pregunté.
-Ponernos las capas, sin duda-respondió-.Después dos de nosotros se quedarán de guardia mientras que los otros van sigilosamente en busca de la piedra.
-Me parece bien-repliqué.
Me acerqué a los dos tortolitos con una mueca de patente asco y les expliqué el plan. Ellos asintieron y siguieron a lo suyo. ¡Cuánto odiaba a Elisabeth por coquetear con Jack y a Jack por corresponderla! Enfurruñada, no volvía a dedicarles otra mirada y tampoco hablé con Charlie, quien parecía triste. Después de hacer una parada rápida para comer, avistamos el campamento. Raudos, nos echamos las capas por encima y nos cercioramos de que no sobresaliera ninguna parte de nuestras ropas por debajo. Acordamos susurrando que Jack y Elisabeth se quedarían vigilando y Charlie y yo empezamos a andar hacia la guarida de los trolls, con el corazón encogido de miedo ante la posibilidad de ser atrapados de nuevo y no poder escapar.
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Los cuatro Elegidos
FantasíaCuatro chicos descubren que poseen los poderes de los cuatro elementos principales: tierra, agua, aire y fuego; y que deben usarlos para derrotar a las fuerzas del Mal que controlan el mundo del que provienen. Reservados todos los derechos. Queda ri...