Capítulo XIII: Dudas y pudor

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-Supongo que ahora tenemos motivos más que de sobra para salvar Elementium-comentó Charlie mientras andábamos hacia la cabaña de Akohrye.

-¿A qué te refieres?-pregunté-. ¿Es por la historia que nos ha contado el elfo?

-Sí…-contestó dubitativo.

-Me parece bien que hayamos vivido engañados toda nuestra vida, pero yo no voy a salvarles los traseros a los elementianos. ¡Qué espabilen!-repliqué mordazmente.

-Vamos, Gwendolyn,-dijo él- ¿es que tienes miedo?

-¿Miedo de que nos maten?-respondí- Por supuesto. No todos vosotros me gustáis demasiado, y estoy hablando de Elisabeth y Jack, pero no le deseo a nadie la muerte… Todavía…-reí malvadamente- Aunque es probable que a Elisabeth le desee un poco de tortura para bajarle los humos-dije sombríamente.

-Gwen, todos tenemos miedo, pero ser valiente consiste en superar tus propios miedos-replicó sabiamente.

Suspiré y contesté:

-Ya lo sé, pero no sé si de verdad tenemos que salvar este mundo que no ha hecho nada por nosotros. Nada. Tuvimos que huir y cuando, por una extraña casualidad, volvemos, nos dicen que debemos salvar Elementium. No me parece justo. Tenemos que salvar a un mundo que nos dio la espalda. No es coherente.

-No nos dio la espalda voluntariamente-respondió Charlie y abrió la puerta de la cabaña de Akohrye.

-Nivia, Ankaris, ¿qué puedo hacer por vosotros?-preguntó el Sabio.

-Queríamos saber si nos podemos lavar en algún lugar-expliqué.

Él sonrió y dijo:

-Por supuesto, seguidme-se levantó ágilmente y salió por la puerta.

-¿Sabes qué?-pregunté-Creo que tienes razón, aunque no le debamos nada a este mundo, debemos salvarlo de las garras de esa tirana. No soporto la injusticia.

Charlie me miró sonriente y contestó simplemente:

-Sabía que dirías eso.

Los dos salimos por la puerta y comenzamos a correr para seguir el paso de Akohrye que nos condujo a las afueras del poblado y nos mostró unas cubas enormes de madera al lado de un pozo.

-Aquí es donde nos lavamos-comentó-.Os traeré ropa limpia y toallas.

Charlie y yo nos miramos estupefactos y asentimos distraídamente.

-¿No pretenderá que nos lavemos ahí, a la vista de todo el mundo?-pregunté escandalizada.

-Yo creo que sí-respondió.

-Estos elfos no tienen vergüenza…-murmuré yo.

Los cuatro ElegidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora