Despiertas en un callejón, no sabes por qué estás ahí, no sabes que te paso, no sabes quién eres.
Pensarías que ese es tu mayor problema, ¿Verdad?
Pero no es el mío, en mi caso mi mayor problema es una maldita especie de neblina roja que justo ahora...
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🖤 Editado 🖤
29/Enero/2025 8:00 p. m.
El viento pega contra mi rostro mientras que mi cabello se mueve hacia atrás por lo rápido que vamos. Tengo que cerrar un poco los ojos tratando de evitar que entre cualquier basura en ellos.
Raúl y yo decidimos ir por ropa para mí, ya que no podía seguir vistiendo la suya, pero no nos dimos cuenta de que habíamos tardado tanto que ya era noche.
Hay mucho tráfico, personas que quieren salir de la ciudad para ponerse a salvo. Después de mucho tiempo las personas se están volviendo histéricas tratando de salir de la ciudad. Por más que el gobierno les dijo que no lo hicieran, solo duró poco tiempo el caso que les hicieron.
La neblina está aquí.
Al darnos cuenta de que se nos hizo muy tarde y teníamos que llegar rápido, robamos una motocicleta que estaba por ahí.
Todos marchan a la salida y nosotros a casa. No tenemos intenciones de salir, no mientras la gente sigue haciendo estorbo por todas las calles.
Raúl está conduciendo lo más rápido que puede por la banqueta porque es imposible hacerlo en la calle por el montón de carros que hay. Aunque sigue siendo un poco difícil por las diferentes alturas que tiene cada banqueta que pasamos.
Me aferro su espalda para no caerme.
Hay un helicóptero volando un poco bajo, supongo que son los militares que vienen a poner orden. Todo el lugar está repleto del sonido del claxon de los carros, el ruido del golpe de las cuchillas del helicóptero contra el aire.
Y luego silencio.
Raúl se detiene para ver que está pasando y yo lo imito. Los carros que están a cubriéndose por la neblina se apagaron. La fila de autos que avanza de una manera lenta ahora ni siquiera lo hace. El silencio se rompe por una explosión causada por el impacto del helicóptero contra los carros que había más adelante, se presenta acompañada de los alaridos de la gente que huye de esa escena.
No me di cuenta en que momento Raúl siguió conduciendo por estar absorta en lo que pasaba, hasta que siento una de sus manos agarrarme fuerte y volver a poner mi mano en su abdomen rodeando su cintura.—NO TE SUELTES—me grita, y vuelo a abrazarlo.
Ya más lejos de caos, da vuelta a la izquierda. Se detiene, baja de la motocicleta y me ayuda bajar a mí también.
—Vamos date prisa—me dice mientras toma mi mano y empezamos a correr en dirección a la casa.
