4- Inmersión

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Yo... no pensé.

Le arrojé los brazos al cuello, dejándome guiar por sus labios, sus brazos me tomaron con más fuerza y me pegaron a él, mientras un gruñido de satisfacción salía de su garganta y se fundía con mi aliento.

Me besaba con dureza, hasta que su lengua entró en mi boca y se adueñó de la mía. Había demasiada pasión en él, tanta que las piernas se me volvieron de gelatina y sentía mariposas en todo el cuerpo.

Sus manos bajaron lentamente por mi cuerpo hasta llegar a mis muslos, y se deslizaron bajo mi vestido hasta llegar a mi trasero, y lo apretó con suavidad y cierta posesión que me hicieron suspirar en sus labios.

Le acaricié el cabello de la nuca con una mano y tomé su rostro con la otra, para luego bajar por su pecho, que subía y bajaba agitadamente tanto como el mío.

Mi Dios... ¿Cuándo fue la última vez que me besaron así? ¿Alguna vez siquiera lo hicieron? Tan lleno de pasión, tan lleno de indecencia que quería que me hiciera suya aquí mismo.

Nos separamos cuando el aire nos faltó, y abrí los ojos lentamente, aún bajo el hechizo de su beso.

-¿Con eso fue suficiente?- dijo sonriendo de lado y automáticamente sentí que me cayó un balde de agua fría.

Me alejé de él, recordando donde estaba, mirando de nuevo al salón, donde el séquito de Tamara fingió que hablaban entre ellas, pero claramente acaloradas también por lo que acababan de ver.

Me limpié la boca con el dorso de la mano- Eres un idiota- dije entre dientes.

-¿Con ese vocabulario te diriges a tu esposo, amor?- dijo socarronamente que me hizo querer darle una cachetada.

-Creo que ya debemos irnos- dije devolviéndole la chaqueta.

-Al fin- dijo cortante arrebatándome la chaqueta de las manos.

Me despedí con la mano y una sonrisa falsa de los que nos seguían con la mirada atentos queriendo hacer más preguntas y nos escabullimos a la salida.

En el auto estuvimos sumidos bajo un silencio sepulcral, y nadie dijo nada hasta que se estacionó frente a mi apartamento y bajé del auto como un rayo, muy irritada por su comportamiento.

-Espera, Grace- oí detrás de mí hasta que sentí una mano en mi brazo que me dio una vuelta completa.

-Ah, cierto- dije enojada y me saqué el anillo de la mano, tomé la suya que me agarraba del brazo y le puse el anillo con brusquedad- Mira, te agradezco que hayas querido venir conmigo y pasar por ese circo, pero no hacía falta que seas un imbécil- y con eso me di la vuelta para abrir la puerta de la recepción del edificio.

-Dios... y pensaba que no podría tener más Déjà vu por esta noche- lo oí susurrar con pesadez- Espera, Grace- su mano volvió a detenerme pero me zafé con fuerza.

-No te preocupes, te devolveré el vestido y los zapatos- dije con rabia antes de entrar en la recepción- ¡Y no vuelvas a hablarme jamás!- exclamé por último antes de azotar la puerta frente a sus narices.

Subí las escaleras sin dejar de escuchar como la odiosa vecina se quejaba porque alguien la despertó con el azote de la puerta. Lo ignoré y entré en mi apartamento, sintiéndome tonta de repente.

Mientras me sacaba el maquillaje, en todo lo que podía pensar era en ese beso.

Por un segundo se sintió tan real, pero él solo lo hizo para probar un punto, que vine con él y con él volvería a casa y no debía olvidarlo.

Colgué el vestido nuevamente en su percha, lo mandaría a la lavandería mañana, ya vería cuando se lo devolvería, y me fui a dormir tratando de alejarlo de mis sueños.

Broken Soul / 18+Donde viven las historias. Descúbrelo ahora