GUERRA | desde la primera vez que los vengadores pisaron la tierra, nada nunca más volvió a ser lo mismo. Especialmente para Tony Stark, el tipo más egocéntrico de la tierra que siempre se imaginó salvando el mundo solo.
Hasta que una niña de pelo...
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{ Causando su propia extinción.}
⎊
- Martes 21:13, Mansión Watson
YA NO PODÍA SOSTENER SU MIRADA CON LA DE STARK. Al momento siguiente, la segunda parte del plan ya estaba en marcha, las luces de la sala se atenuaron, indicando que la subasta iba a comenzar. Ya que el Sr. Watson, estaba donando algunas de sus piezas importantes.
Con la punta en la oreja, Natasha alertó a la chica: "Stella, es la hora".
Toda la atención de la sala se dirigió a Robert, que comenzaba sus presentaciones. La chica ni siquiera se dio cuenta cuando Tony se alejó, su papel era vigilar por si algo se le iba de las manos.
Con el corazón acelerado y las piernas casi fallando, Stella subió los peldaños de la escalera con una velocidad considerable. Casi se impide deslizarse hacia abajo, estaba muy nerviosa. Nunca había robado nada.
Se maldijo tres veces seguidas por no saber hacerlo bien. Pero sólo ella podía, ya que sus nuevos amigos no tenían ni idea de dónde estaba la caja fuerte. Y para ser sinceros, tampoco lo recordaba muy bien.
Aquella mansión era enorme, los pasillos despejados eran totalmente amplios. Con cada paso que daba la chica, era como si no pudiera ser real. ¿Y si la arrestan? Pero cuando se detuvo a poner los hechos sobre la mesa, ya llevaba mucho tiempo metida en la mierda. Después de todo, contenía una energía completamente desconocida sellada en su cuerpo que podía explotar en cualquier momento, como una bomba.
— Estás dando demasiadas vueltas. —Tony se quejó en un susurro, probablemente disimulando.
— Está bien, tómalo con calma. —El capitán no estaba de acuerdo con la actitud de Stark, lo que hizo que Stella acallara los latidos de su corazón.
Al acercarse a la puerta de la habitación que recordaba como la de Robert, giró el pomo y entró con cautela.
Era igual que lo recordaba, estar allí en ese lugar no era fácil. Ya que allí mismo estuvo a punto de violarla, si no hubiera sido porque uno de sus compañeros entró accidentalmente -mientras buscaba el baño- habrían pasado cosas peores.
Esto hizo que una paralización golpeara su cuerpo, haciendo que sus emociones comenzaran a salirse de control. Hacía mucho tiempo que no recordaba que el pánico la hubiera golpeado. Todo lo malo que había pasado mientras trabajaba para este hombre, Stella había tratado de ocultarlo detrás de un enorme muro. Pero, ahora se sentía como si una bola de demolición hubiera volado todo.
Con las piernas fallando y el sudor goteando por su frente, caminó con pasos lentos y débiles hasta llegar al marco rojo. Donde sólo era una fachada, propiamente dicha. Con las manos temblorosas, empujó parte del objeto hacia la izquierda -pues tenía que haber alguna forma de entrar allí-, pero no pasó nada, así que probablemente sería hacia la derecha. Cuando llevó la mano para hacerlo, la puerta se abrió.
