CAPÍTULO XI

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ANNA

Ha pasado casi un día completo y no he visto a Francesco; Stela me dijo que salió para el trabajo desde temprano y que no sabe si llegará hoy.

La verdad, es que estoy enojada con él, no soy una muñeca desechable, que puedes usar y luego tirar. Nadie me deja tirada sin darme una explicación, ni siquiera ha venido antes de irse al trabajo para excusarse.

Estoy en el jardín delantero, sentada en el pasto y recostada a uno de los árboles, mientras juego con las flores a mi lado. Este lugar es verdaderamente hermoso y me trae mucha paz. Un sonido me hace levantar la vista y me encuentro con tres autos iguales, que entran a la residencia.

Francesco.

No le doy importancia y continúo en lo que hago. Unos segundos después, siento una sombra que me cubre y veo unos zapatos de marca delante de mí.

—Anna. —Su voz gruesa tienta con erizar mi piel. Alzo la mirada y lo encuentro parado frente a mí.

—Señor Francesco. —Respondo con seriedad.

—¿Señor? ¿Desde cuándo tú me dices señor? —Inquiere con una ceja levantada.

—Desde que usted me trató como una puta más. —Digo mirándolo fijamente. Veo que frunce el ceño y en sus ojos puedo ver arrepentimiento.

—Anna, yo no... —Lo interrumpo antes de que comience.

—Y la verdad es culpa mía, me dejé llevar por mis impulsos; usted solo me recordó mi lugar en esta casa. Usted es mi jefe y yo una simple empleada que debe limitarse a hacer su trabajo. —Me levanto del suelo y sacudo mi ropa. —Pero no se preocupe, tenga por seguro que eso no volverá a suceder. Con su permiso... —Digo y me marcho de su lado para entrar a la mansión.

Luego de unas horas, es momento de cenar. No me apetece ver a mi jefe, pero la verdad es que tengo hambre. Salgo de mi habitación con unos shorts cortos y una blusa que deja ver mi ombligo, en realidad es mi pijama, pero no tengo ánimos para cambiarme. Bajo las escaleras y voy hacia el comedor. Veo a Francesco sentado en la punta de la mesa y paso de largo camino a la cocina, donde están el resto de los empleados cenando.

—¿A dónde crees que vas? —Me detiene su voz y volteo a verlo.

—A cenar, señor. —Lo veo apretar los puños sobre la mesa.

—¿Entonces qué haces de camino a la cocina, si siempre te sientas conmigo aquí?

—No creo que sea apropiado, yo también soy una empleada, debería cenar con ellos y no junto al jefe.

—Siéntate. —Habla firme.

—Pero-

—He dicho que te sientes. —Me interrumpe. Su voz es un gruñido y está completamente tenso, así que decido no llevarle la contraria, no quiero problemas.

Tomo asiento a su lado y veo a Alessandra y Stella traer mi plato de comida, más algunos otros secundarios. Les agradezco y ellas se marchan, dejándonos en un ambiente silencioso y muy cargado. Me limito a observar y degustar mi comida, hasta que él rompe el silencio.

—Escucha, sé que estás molesta conmigo por dejarte ayer luego de que... bueno, ya sabes; pero hubo una buena razón para que lo hiciera... No es qué cualquier razón sea buena para irme sin dar explicaciones, pero... en fin, me estoy enredando. ¿Recuerdas la llamada que recibí? Bueno, fue uno de los contadores que trabaja para mí... Me avisó que vaciaron la cuenta de una de mis empresas, de la más importante.

—Oh... Lo siento mucho.

—Estaba tan descolocado que no pensé en nada más y salí corriendo de tu habitación. —Asiento con la cabeza a lo que me dice. Lo entiendo por un lado, porque si me pasara eso a mí, tal vez actuaría de igual forma, pero ni siquiera vino esta mañana a hablar conmigo.

BAILA PARA MI (+18)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora