CAPÍTULO V

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Un toque en la puerta de mi habitación me despierta. Con pereza me levanto de la cama y voy a abrir; me encuentro a una señora de la tercera edad, bajita y con una caja roja en las manos.

—Buenas noches señorita, aquí le traje lo que el señor Francesco manda para usted, la estará esperando en media hora en su habitación. —Dice ella con una sonrisa amable en el rostro, mientras me entrega la caja. La miro confundida, no sabía que recibiría nada de mi jefe.

—Muchas gracias, un gusto, mi nombre es Anna.

—Un gusto también señorita Anna, yo soy Stella, la empleada jefa de la casa, cualquier cosa que necesite, estoy abajo en la habitación de al lado de la cocina.

—Así será señora Stella. —Le sonrió amable y me despido, para volver al interior de mi habitación.

Coloco la caja encima de la cama y la abro. Me quedo asombrada al ver lo que hay dentro. Con cuidado saco la prenda negra, es un pequeño atuendo parecido al que solía utilizar en el club, pero es más hermosos, y sin duda alguna, más pequeño. Más bien parece lencería, no hay mini faldda que me cubra, es demasiado demostrador.

Me da mucha vergüenza que me vean así, pero debo hacerlo, no tengo que ponerme, ya hablaré con él sobre esto y sobre que yo escojo mis vestuarios para bailar

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Me da mucha vergüenza que me vean así, pero debo hacerlo, no tengo que ponerme, ya hablaré con él sobre esto y sobre que yo escojo mis vestuarios para bailar.

Decido darme una ducha antes de vestirme, o mejor dicho, desvestirme, eso no se puede llamar ropa. Entro al baño y veo que todo es elegante, los azulejos de color azul celeste, todo tipo de productos para el aseo y la ducha, que está dentro de una puerta de cristal transparente, el que entre aquí me puede ver desnuda. Me cercioro de poner el seguro a la puerta del baño y me doy una ducha relajante. Al salir, me coloco el traje-lencería, junto a unos tacones altos negros con brillo, me maquillo un poco y me dejo el cabello suelto. Tomo un albornoz de satín que venía en la caja también y me lo pongo encima.

Salgo de la habitación en dirección a la suya, al estar frente a su puerta tomo una larga respiración y doy vuelta a la manilla que la abre. El interior está todo oscuro, excepto por unos bombillos blancos que alumbran directamente hacia una barra de pole dance que hay frente a una cama imperial.

No veo a Francesco por ningún lado, pero escucho el agua de la ducha caer, así que debe estar ahí. Avanzo hasta llegar a una esquina de la cama y me siento a esperarlo.

Pasan unos minutos, cuando la puerta del baño se abre y sale mi jefe, con solo una toalla que cubre de su cintura para abajo.
Mi mirada pasa por sus fuertes brazos, por su abdomen definido, y lucho por no mirar más abajo.

¡Dios dame fuerza! ¡¿Por qué este hombre está tan bueno?!

Levanto la mirada para encontrarme con sus ojos negros que me observan, mientras sonríe de forma pícara. Su cabello está húmedo y le da un aspecto más sexy aún, si es que puede ser posible.

—¿Admirando las vistas? —Pregunta con cierta burla en su tono.

—Te diría que no, pero si. —Se asombra ligeramente, no se esperaba esa respuesta de mi parte.

—Que directa señorita. —Habla mientras camina en mi dirección. Me encojo de hombros, restándole importancia.

—¿Te ha gustado el conjunto que escogí para ti? —Pregunta al llegar frente a mi. Debo levantar la cabeza para mirarlo, ya que estoy sentada aún.

—De eso quería hablarte, no voy a negar que está muy bonito, tienes buen gusto, pero no me parece adecuado para trabajar. —El frunce un poco el ceño.

—¿Por qué? Para mi está perfecto. —Lucho por no poner los ojos en blanco.

—Para ti podrá estar perfecto, pero para mi no; mi trabajo consiste en bailar en la barra, no ser stripper. Está bien que los conjuntos sean provocadores, pero este ya es demasiado, me gustaría que me dejes escoger a mi, lo que voy a usar en cada baile.

—De acuerdo, si te sientes más cómoda así, pero hoy no tengo más ningún conjunto, ¿no bailaras?

—Si, lo haré, pero solo por esta vez. —Me levanto y comienzo a caminar hacia la barra.

—¿Pongo la música? —Pregunta mientras toma asiento donde anteriormente estaba yo.

—Por favor. —Digo con una sonrisa de boca cerrada.

Comienza a sonar por toda la habitación una melodía sensual. Deshago el nudo de mi albornoz y con tortuosa lentitud comienzo a bajarlo por todo mi cuerpo, hasta dejarlo caer al suelo. Sus ojos me recorrer de arriba a abajo sin vergüenza alguna. Su mirada refleja puro deseo y lujuria, es tan intensa que con solo verla debo apretar un poco los muslos ante la sensación que provoca en mi zona íntima.
Me volteo pasa romper el contacto visual y agarro la barra; la rodeo al ritmo de la canción, y luego hago fuerza con los brazos para comenzar a subir por ella, a la vez que sigo dando vueltas a su alrededor. Al llegar arriba me abro de piernas completamente y luego me engancho con una de ellas e inclino el cuerpo hacia atrás completamente, quedando de cabeza. Con las manos sostengo nuevamente la barra y me suelto la pierna hasta que dan nuevamente con el suelo. Muevo mis caderas de un lado a otro, mientras mis manos recorren mi cuerpo, desde la cintura subiendo hasta mis pechos, mi cuello y mi pelo.

Lo observo y noto que se le ha formado un bulto debajo de la toalla, subo la mirada a sus labios y veo que se los muerde ligeramente. El ambiente está cargado y de repente siento demasiado calor.

Nuevamente mis piernas toman el control de mi cuerpo, y cuando me quiero dar cuenta, ya estoy de camino en su dirección. Llego frente a él, le doy la espalda y comienzo a bajar lentamente hasta el suelo, al ritmo de la música. Vuelvo a subir y antes de poder dar la vuelta, él se pega a mi y el recuerdo de la segunda noche en el club llega a mi mente. Pero esta vez no me toca con sus manos, simplemente comienza a bailar siguiendo mis movimientos. Cierro los ojos ante la corriente que recorre mi cuerpo al sentir su dureza en mis nalgas, y estar tentándome con su baile. Me dejo llevar y disfruto del momento. Levanto uno de los brazos hacia atrás y lo agarro de la nuca para acercarlo más. Su boca queda en mi cuello y me estremezco al sentir su respiración en él. Siento la necesidad de tenerlo más cerca, por más pegado que estemos, aún lo siento lejos. Giro mi cabeza en dirección a su rostro y nuestros labios quedan a escasos milímetros.

—Tócame. —Susurro sobre ellos.

Sin dudarlo, sus dos manos se dirigen hacia los costados de mis muslos y comienza a deslizarlas por ellos, subiendo luego por mis caderas, que al apretarlas levemente, hace que un suspiro escape de mis labios.

En un rápido movimiento me voltea hasta quedar de frente y bailar de esa manera. Coloco mis manos detrás de su cuello, mientras él con las suyas, recorre toda mi espalda hasta llegar a mi trasero y apretarlo. Gimo inconscientemente, lo que provoca que se desate el fuego de su mirada. De pronto, me levanta en brazos, obligándome a rodear su cadera con mis piernas y lo escucho gruñir al sentir el roce de nuestros sexos.

¡Oh Dios! ¿Dónde está la fuerza de voluntad cuando la necesito?

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Ufff ¿Qué es esto? Que manera de subir la temperatura🥵

Fuerza de voluntad dice, ¿Qué es eso? ¿Con qué se come? 😆

Espero les haya gustado este nuevo capítulo, estaré actualizando pronto. No olviden dejar sus votos 🌟 y comentar.

Muchos besos calientes para todos de su autora:

Mairelys Cordova

BAILA PARA MI (+18)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora