BAILA PARA MI (+18)✔️

CAPÍTULO XXVIII

Mis hermosas lectoras. Les informo que mañana habrá otro capítulo así que no se me desesperen cuando terminen este. No las haré esperar mucho.

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FRANCESCO

Luego de hablar con mi padre un rato, me dirijo a mi habitación y me doy un baño para quitar toda el agua salada de anoche. No dejo de pensar en Anna y en nuestra cita perfecta. Es imposible no sonreír como un bobo al recordar su hermosa sonrisa y la emoción que le causó que le regalara el collar.

Termino y me visto con unos pantalones de pijama. Me acuesto en mi cama y cierro los ojos. Debo pensar en algo contra Lauren; sé que en cualquier momento atacara y yo debo estar listo. El problema es que no sé qué hacer para llevar la delantera; ella tiene más hombres que yo y están mucho mejor preparados que los míos, para ser sinceros. No tengo cómo localizarla y no sé qué aspecto tiene.

Mierda, no puedo hacer nada.

Resoplo frustrado por toda la situación, quisiera que todo esto terminara de una vez por todas y así poder estar tranquilo con Anna, sin tener que preocuparme de que una loca quiera matarme.

Escucho la puerta abrirse y veo que entra Anna con un vestido de pijama muy sexy. Sonrío de lado al recorrer su cuerpo y ella me mira con una pequeña sonrisa.

—¿Puedo acurrucarme a tu lado? —Pregunta cuando llega al borde de la cama.

—Me ofende que preguntes, preciosa. —Digo y ella viene hacia mí, recuesta la cabeza entre mi brazo y mi pecho, y me abraza con las piernas y los brazos.

Beso su frente y la abrazo de vuelta. Me encanta su calor, su olor, su cercanía, todo de ella. Nos quedamos unos minutos sin decir nada, solo escuchando nuestras respiraciones, hasta que ella rompe el silencio de la mejor forma posible.

—Te quiero. —Bajo la mirada para encontrarme con sus ojos cristalizados. Acaricio su rostro y ella cierra los ojos disfrutando mis caricias, provocando que una lágrima se le escape.

—Yo también te quiero, mi reina. —Susurro y ella me abraza más fuerte. —¿Qué sucede? ¿Por qué lloras?

—Lo siento, últimamente estoy un poco sensible. —Dice separándose unos centímetros nada más, para luego prenderse a mis labios con necesidad.

Correspondo dejándome llevar por el encantamiento que me provocan sus besos. Se coloca a horcajadas sobre mí sin interrumpir el beso, su lengua se abre paso para jugar con la mía y un gemido se le escapa mientras con una de sus manos recorre todo mi torso. Se refriega contra mi entrepierna que está dura desde que la vi entrar. Con mis manos agarro sus nalgas y la pego más a mí, para luego perderme debajo de su vestido y sus bragas. Con solo pasar los dedos por su sexo siento lo empapada que está y mi miembro palpita debajo de ella. Introduzco dos dedos y ella gime en mi boca para luego morderme el labio inferior, sacándome un gruñido de placer.

—Estás tan mojada nena, tan deliciosa. —Susurro con la voz ronca y ella se mueve sobre mis dedos en respuesta.

—Y tú estás muy duro. —Gime mirándome con deseo, y juro que no podré olvidar jamás esa jodida mirada.

Comienzo a bajar sus bragas para que no estorben y ella baja mi pantalón de pijama. Su mano se aferra a mi duro miembro y lo masajea de arriba a abajo acabando con mi cordura; alterna la vista entre mis ojos y lo que tiene en las manos, y muerde su labio deseosa de llevárselo a la boca.

—No te contengas las ganas de lamerla, hazlo. —Ordeno y ella sonríe antes de llevar su boca hacia el glande y comenzar a disfrutarla. Su boca caliente en mi piel se siente jodidamente exquisita y me hace gemir extasiado con la sensación que me provoca su felación y la imagen de ella entre mis piernas.