CAPÍTULO XX

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FRANCESCO

Camino hacia el parqueo de la mansión; abro la puerta de mi auto, me meto en el y lanzo la bolsa con el dinero del rescate al asiento del copiloto. Arranco el motor y salgo chillando goma de mi propiedad.

En todo el viaje intento recordar lo que sucedió anoche pero me es imposible, tengo los recuerdos bloqueados y lo único que recuerdo sobre mi encuentro con Lauren es la conversación que tuvimos en el bar y su rostro borroso.

¡Mierda! Si tan solo supiera quién es.

Recuerdo que su voz se me hacía familiar y su mirada, pero todo es confuso ahora. No creo una palabra de lo que me dijo, me niego a pensar que pude acostarme con ella. «Yo nunca miento, Bianchi» Sus palabras vienen a mi mente, pero las aparto al instante.

Me niego a creerle.

Los recuerdos de mi niñez con Lauren Mancini llegan a mi en ráfaga. Esa niña tan tierna e inocente no puede ser la causante de todo esto. Cuando estaba en la casa del árbol con Anna y recordé su nombre de inmediato todo coincidía, pero luego al hablar con mi padre, me convenció de que no podía ser ella; ella está muerta hace años, y seguramente es alguien más haciéndose pasar por ella para acabar conmigo.

La punzada de dolor llega a mi pecho de recordarla; tan dulce, tan inocente, tan hermosa, sus deslumbrantes ojos verdes que me dejaban anonadado. No tenía porque morir así; la culpa me carcome por dentro y no hay un día en que no deje de culparme por ello. El accidente automovilístico del auto en que iba contra el camión de carga, y luego la fatal explosión; todo enfrente de mis narices. Decido borrar esas imágenes de mi cabeza y concentrarme en rescatar a Anna.

Llego a la ubicación que muestra el mensaje y espero pacientemente la llegada de los hombres de Lauren. El lugar es un campo abierto, lejos de la ciudad y de todo punto de mira. Sé que es una locura venir solo y que si quieren pueden matarme, pero no quiero correr riesgos con que le hagan daño a Anna; ella es inocente y no tiene nada que ver con mis problemas, primero la pondré a salvo y si luego ellos quieren matarme, que lo hagan.

Una camioneta parquea a unos metros de mi auto; de él se bajan dos hombres con pasamontañas y armas largas en las manos. Bajo de mi auto y camino un poco hacia ellos.

—¿Dónde está el dinero? —Pregunta uno de ellos.

—En el auto... ¿Dónde está Anna? —No verán un centavo hasta que no la vea.

—Trae a la chica. —Le dice a su acompañante, y este va hacia la camioneta. Abre la puerta y haja con agresividad el brazo de Anna. En cuanto mis ojos hacen contacto con los de ella mi corazón se acelera a sobremanera. El hombre la arrastra hacia nosotros mientras ella forcejea y lo mira con odio.

—Aquí está tu novia, así que dame el dinero. —Vuelve a hablar el mismo hombre.

Yo asiento y camino hacia el auto, abro la puerta del copiloto y saco la bolsa con el dinero. Me acerco un poco, manteniendo la distancia y luego me quedo quieto.

—Aquí está el dinero, déjala ir.

—Primero el dinero.

—Primero ella, o no verás un puto centavo. —Gruño con rabia. Sé que tengo las de perder y que no debería hablarles así, pero mi paciencia está agotada.

—Alégrate que la jefa te quiere vivo, de lo contrarío te habría vuelto un colador de tantos agujeros. —Dice y le hace señas al hombre de al lado para que suelte a Anna.

Ella camina hasta dónde estoy y le hago señas para que se meta dentro del auto; sigue el camino hasta el asiento del copiloto y siento que puedo respirar tranquilo. Lanzo la bolsa de dinero a sus pies y ellos la revisan para luego darme una mirada de advertencia e irse por donde vinieron. Doy media vuelta y voy hacia el auto; Anna se baja y viene hacia mí, me abraza fuerte y yo le correspondo apretándola contra mi cuerpo.

BAILA PARA MI (+18)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora