EL PECADO DE AXEL (+18)

CAPITULO 10

— La empresa esta en banca rota —. Su voz era casi un susurro, una pequeña risa amarga salio de lo más profundo de mi garganta.

— ¿Y por eso te tenías que besar con otra mujer? —. Pregunte con la voz entre cortada

— Ella es hija de uno de los hombres más poderosos en el país —.

Mi mundo se vino a bajo al darme cuenta que en verdad no conocía a Di Marco.

— ¿Osea que todo fue estrategia para poder ayudar a la empresa? —. Pregunte irónica

— ¡Pero yo no la amo, a quien amo es a ti! —. Me tomo con fuerza del brazo jalandome, pegándome en su pecho

— ¡Suéltame imbecil! —. Grite

— No, no, no —. Se aferro más a mi espalda

— Yo a la que quiero es a ti, a nadie más que a ti —.

Lágrimas traicioneras bajaron por mis mejillas, me sentía ingenua, tonta, dolida, pero lo que más me confundía es que de todo me había prevenido Axel.

— ¿Como sabía lo que estaba pasando? —. Esa pregunta invadió mis pensamientos

— ¡Perdóname mi amor! —. Hablaba Di Marco angustiado, mi vista se clavo en un punto fijo de la oficina

— No te quiero volver a ver en mi vida —. Hable neutral

— No quiero que me busques, saca todas tus cosas de mi casa —. Sus manos se fueron aflojando de mi espalda

— Ya no te amo —. Lo mire

Mordí mi lengua al saber que todo era una total y fracasada mentira.

— ¡Mientes! —. Tomo con fuerza mi barbilla

— ¡Mientes, yo se que tú me amas! —. Aferro sus dedos a mi barbilla

— ¿Te hubieras metido con ella por la empresa? —. Su mirada se confundió y entonces me soltó

— Jamás, yo no tengo ojos para otra mujer que no seas tú —. Sus ojos se clavaban en los míos

Baje la mirada viendo el regalo roto, la fotografía rasgada por unos cuantos pequeños pedazos de vidrio.

Sonreí con tristeza agachandome, con la punta de mis dedos lo tome, y entonces vi lo feliz que eramos Di Marco y yo.

Él me abrazaba y una sonrisa adornaba nuestros rostros, las lágrimas seguían presentes en mis ojos.

— No te lo mereces —. Me levante mirándolo, me di la vuelta saliendo de su oficina con rapidez

— ¡Espera Antonella! —. Escuchaba su voz detrás de mi

— ¡No me tienes que explicar nada, no quiero volver a saber nada de ti! —. Grite deteniendome

— ¡Por favor mi amor! —. Trato de acercarse pero me aleje de él

— ¡No me vuelvas a buscar en tu maldita vida! —. Escupí con rabia