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Las presentaciones no son lo mío y al conseguir actuar de manera fresca he resultado en sonar bastante tosco y gruñón. Nadie se me acerca y, lejos de aliviarme me hace sentir muy solo. Heather al final ha terminado en otro salón y, yo estoy en el rincón del aula ocultando mi cabeza entre mis brazos, enfadado por el sentimiento que no abandona mi pecho y cuerpo. Se supone que no debe de importarme sentirme así, se supone que no debe afectarme, que tengo que acostumbrarme, aceptarlo pero, es difícil. Y quiero llorar.

Quiero romper algo, explotar, gritar, echarle la culpa a alguien de mis sentimientos.

Pero todo esto es solo mi culpa.

Realmente voy a ponerme a llorar ahora mismo.

Me levanto en silencio saliendo del salón bajo la atenta mirada del profesor y mis compañeros. Es hora de clases pero yo solo quiero estar solo y llorar, aunque esté cansado de hacerlo porque, llevo meses llorando por lo mismo y, semanas por no controlar mi llanto. Al parecer soy una fuente porque lloro demasiado y las lágrimas no se acaban nunca.

¿Cuanto tiempo más voy a tener que seguir sintiendo esto?

Ya no quiero. No quiero seguir con esto y, deseo tanto que Kira esté aquí. Deseo que mi mejor amigo esté a mi lado para abrazarme y decirme que todo estará bien, que no tengo porque sentirme así, que él nunca va a dejarme solo.

Acostumbrarse no es nada sencillo.

—Mierda, maquina, dame mi bebida —me seco el rostro con rapidez cuando paso cerca del chico que sacude la maquina expendedora para conseguir algo.

Ya me dió hambre.

No he desayunado nada todavía.

Quizás comer algo me distraiga un poco de mi miseria y soledad.

—¿Ya terminaste o quieres seguir pateando la otro rato más? —cuestiono, cruzando mis brazos.

El chico se gira para mirarme y levanta su cabeza porque es más bajo que yo. Abre grande su boca algo sorprendido y se hace a un lado.

Saco un billete de mi bolsillo y le pico a la bebida sabor limón porque así de acida es mi vida ahora. Cuando la obtengo, la bebida del chico también termina por caer. La recojo y se la paso pasando de él. Llego a unas escaleras y me siento en estas sin importarme si algún profesor me ve y, destapo la lata de refresco de limón dándole un sorbo. El líquido burbujeante me hace cosquillas en la garganta y, sin duda me alivia un poco cuando me quedo mirando a la nada.

Me recuesto de un escalón balanceando la lata entre mis dedos cuando veo a ese chico bajito de antes. Bien, no es tan bajo, le llevo como un cabeza de alto pero aun así es más bajo que yo y puedo llamarle enano. Él se acerca a la baranda de las escaleras y se me queda viendo con las cejas fruncidas y una mirada llena de curiosidad, sus ojos son mieles, casi dorados.

—¿Se te perdió algo? —pregunto, levantando una ceja.

—Eres nuevo ¿cierto? Nunca te he visto en mi vida —contesta. Viro mis ojos hacia arriba.

—Eso que te importa a ti.

Le da un sonoro sorbo a su bebida. Una soda cherry.

—Mi nombre es Yoshida, Hyoka Yoshida. Todos me dicen Yoshi.

—Como si me importa —volteo a otra parte, ignorándolo.

—¿Cuál es tu nombre? —¿este tipo es sordo o solo se hace? No contesto, a ver si así se va y me deja solo. No quiero amigos, no quiero a nadie pero, a la vez si quiero por lo solo que me siento. Es tan deprimente.

Las apariencias cambian © [ Yaoi/Gay/BL ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora