Cuéntame de ti; me aburrí de ti

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NAOMI

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NAOMI

Por primera vez iba a visitar la casa de Natalia y ya quería regresar y mentir con que tenía un inconveniente. No es que no me cayera bien, porque ella era la única que me agradaba de su grupo, los demás eran "soportables". Hablaban demasiado para mi gusto.

Giovani también hablaba demasiado para su propio bien, pero él lo hacía con fluidez, no pausaba cada tres segundos y veía a todos lados. Excepto cuando hablaba con gente nueva, lo que no pasaba mucho.

Los amigos de Natalia, además de hablar mucho, tenían otro tipo de chistes o formas de reírse. Apenas había pasado un día sin mis amigos y ya extrañaba a los desgraciados como si se hubieran ido a la guerra.

Su casa se veía minimalista, moderna. Lo primero que hice fue fijarme en si estaba algún auto en su cochera, no quería tener que saludar a sus padres para luego permanecer en un incómodo silencio. Me sentía menos limitada sin adultos observando.

Toqué el timbre, esperando a que llegara Natalia. Me abrió la puerta con una sonrisa, invitándome a pasar.

Sonreí de vuelta y entré mirando alrededor.

—¿No ha llegado nadie? —pregunté sentándome en la silla que estaba a su lado.

—Ah sí, la mayoría canceló —explicó.

No, espera, ¿qué?

—He visto esta situación en casos policíacos y no acaba bien...

Natalia rió por la ocurrencia, pero yo hablaba en serio.

—No te preocupes, van a llegar luego. No alcanzaría a matar ni a un mosquito.

Sonreí sacando los libros de mi mochila, eso no me tranquilizó. Aunque yo en realidad no era tan paranoica para pensar que Natalia quería matarme y cortarme en cachitos. ¿Quién me creen? ¿Giovani?

Natalia sacó su cuestionario e hicimos una ronda rápida de preguntas y respuestas. Resultaba que estudiar no era tan fastidioso como creía antes. Llegaba a ser hasta entretenido por un rato.

—Oye... —me llamó Natalia.

—Uhm —respondí alzando la cabeza.

—¿Hay algo en específico por lo que estés estudiando?

Me sorprendía que preguntara eso, al menos no dudó en decirlo, como solía hacer.

—¿Por qué? ¿Se nota mucho mi desesperación? —bromeé

—Un poquito —me siguió el juego y luego negó con la cabeza—. No, es que es la primera vez que vienes a estudiar con tanta antelación, y yo sé que te va bien en la escuela. ¿Necesitas ayuda en algo...?

—Quiero una beca.

Natalia asintió en silencio, con su mirada fija en mí y me di cuenta de que estaba esperando a que explicara más. Ladeé la cabeza tratando de pensar en que filtrar y en que no. No pensaba desahogarme con una casi amiga que ni siquiera había preguntado al respecto.

Desaparecido y nombrado DomingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora