Fernanda

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MARCEL

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MARCEL

Llegué cauteloso a casa y las cortinas seguían abiertas. Mi padre estaba durmiendo sentado en el sillón de la sala. Tuve miedo hasta de respirar y me alejé de esa ventana y retrocedí, buscando pequeñas piedritas sueltas para pegarle a la ventana de mi hermana.

No fue hasta la tercera cuando por fin me abrió con cara de frustración. Se veía furiosa y a juzgar por su ropa acababa de despertar. Estaba seguro de que ella no bajaría, sería estúpido arriesgarse tanto, más aún cuando nunca hicimos nada el uno por el otro.

Pero mínimo que ayudara a subir, ¿no?

Estaba demasiado desanimado y cansado como para pensar con lógica, sólo quería dormir. Esconderme en mi propia casa hasta que a mi padre se le bajara el coraje o se le olvidara la razón de su enfado. Lo más favorable hubiera sido que se fuera a una de esas fiestas que duran tres días y dos noches.

Wow, ¿estaba rogando porque nos abandonara? Sí. Mi madre ya lo hizo, ¿por qué no podía irse a perder él también? Que fuera a buscarla a ver si acababa igual de lejos que ella.

—Eres un pendejo —recriminó Abril con su cara seria y neutra de siempre.

—Luego me mientas la madre, ayúdame a subir.

—¿Por qué?

Supuse que quería dinero, u otro favor, pero ella misma sabía que no tenía ni un peso y que sobrevivía por la caridad de la madre de Naomi y las tortas que a veces le mandaba a ella también.

—...¿Por favor, supongo?

Abril cerró las cortinas sin remordimiento alguno. Seguí lanzando piedras pero eso no funcionó más que para obtener su dedo del medio como respuesta. Las palabras mágicas no funcionaron. Otra cosa en la que me mintió mi madre, ser educado no te abre las puertas.

—Está bien, ¡entonces dormiré bajo un puente, por el centro! —grité desde abajo.

—¡Te vas por la sombrita!

Gruñí, escuchando a mi padre revolverse, soltando quejidos en voz alta mientras se incorporaba poco a poco. Ya casi me había olvidado de él. Corrí fuera de su campo de visión. Me daba demasiada pena llegar con Naomi y no quería ver a Giovani.

Dormiría debajo de un puente....

¿Cuándo fue la última vez que vi un puente en Mazatlán? Desde que llegué de Querétaro no recordaba ninguno, y eso fue hace años ya. Caminé sin un rumbo fijo en mi mente, al pasar por la plaza Machado me dí cuenta de que mis pasos me acercaron al malecón.

No perdía nada dirigiéndome allá mientras ideaba una manera de volver a entrar a mi propia casa sin ser molido a golpes.

Al ver el cielo azul desde mi posición en el malecón recordé una cosa que dejé cerca de la playa y me pregunté si seguía ahí. Entre una de las calles, cerca de la parte rocosa de la playa estaba escondida en una grieta una foto tamaño infantil de mi madre conmigo.

Desaparecido y nombrado DomingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora