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< Penúltimo capítulo >

La noche estaba hermosa, las estrellas en su mayor esplendor y la luna llena con su brillo inundaba tanto el cielo como el agua del mar, una escena preciosa digna de admirar.

A pesar del opaco de sus ojos, el azul en ellos seguía resaltando con una mezcla de tristeza y cansancio, una pequeña sonrisa se formó en el rostro del chico aún si quitar su vista de la gran luna.

Las lágrimas caían al compás de la marea y sus olas, el ojiazul solloza en silencio siendo vigilado por su compañero en la orilla del mar.

Miles de sentimientos tenía encima y no lograba describir más del 90% de ellos y eso le causaba disgusto y desesperación. Antaño pensó que lo peor de su vida ya lo había vivido, pero en estos momentos entendió que eso no era cierto.
Si, lloro y sufrió, pero hoy ese sufrimiento era el doble.

Sus piernas flaqueaban, las fuerzas se iban en cada respiro. Cualquier persona a simple vista pensaría un simple "está triste" aparentemente, pero la verdad era otra, por dentro el sentía que poco a poco estaba muriendo. A este punto no sabía si su corazón latía a mil por hora de tal manera que no lo sentía o simplemente no lo hacía. Pero entre todo ese mal sentimiento, de la nada sintió que había algo más, felicidad y confianza. Si, suena super raro pero estaba feliz y a la vez triste, algo estúpidamente raro e ilógico.

Volteó a su espalda dando una mirada de auxilio a su amigo y este entendiendo se acercó un poco dudoso pero con la mayor atención posible.

¿Estoy vivo? — el otro le miró un tanto confundido — ¿Tengo pulso, Alexby? — estiró sus brazos para que el mencionado se asegurara de su estado.

Alexby rió y empezó a buscar el pulso de este en su muñeca, una vez lo hizo se acercó para también tomarlo en la parte correspondiente de su cuello.

Si, estás vivo — confirmó aún sonriendo gracioso.

No recibió respuesta, en su lugar observo cómo el ojiazul tomaba asiento en la húmeda arena a las orillas de la hermosa playa frente a ellos, al ver que Alexby le observa nuevamente confundido palmea la arena justo a su lado indicando que este se posicionara a su lado, orden que acató el pelinegro al instante.

Pareces tan calmado, como si nada estuviera pasando — susurró el pelinegro luego de ver por unos segundos el rostro de su amigo.

Debo hacerlo — suspiró — si no las cosas estarían peor, si no mantengo la calma ninguno de ustedes lo haría — explicó.

Y era cierto. La mayor preocupación y la razón por la que inició todo esto era la condición del ojiazul y su repentina desaparición de todas las redes de comunicación así como su vida pública.

Ambos miraron al mar buscando el final de este, fallaron pero no quitaron su vista de enfrente.
Los minutos pasaron, las lágrimas de Jesús salieron con el tiempo, solloza bajo aunque realmente le daba igual el hecho de que su compañero le escuchara, como apoyo solo obtuvo caricias en su rodilla derecha.

El movimiento de Jesús alertó a Alexby llevando su mirada a sus acciones. El ojiazul sacó una pequeña caja del bolsillo delantero de su jeans, una caja afelpada de color gris. Los ojos de Alexby se abrieron lo más que pudieron de asombro, al ver su rostro Jesús rió. Aún con lágrimas sonrió dando caricias con la punta de sus dedos sintiendo la suavidad de la tela.

¿Cuándo ibas a hacerlo? — preguntó emocionado el pelinegro, Jesús anchó más su sonrisa.

Tal vez no es lo que crees — respondió burlón.

Solo Tú || HERSUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora