Cap. 11 - ¿Chat Noir o Chat Blanc?

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Es París. Una ciudad normal, cuya gente es normal. Pero hay algo ahí, que nadie sabe todavía: tiene un secreto. Su heroína había perdido la batalla.

Ladybug ya no peleaba. Ya no combatía el crimen. Había sido derrotada, irónicamente, por su compañero. Ahora se encontraba en  el suelo, herida por todas partes e incapaz de moverse. La ciudad de París estaba en peligro. Si no la defendía ella, ¿quién lo iba a hacer?
Todo el peso del destino de la ciudad dependía de una persona, y esa persona no era Ladybug.

- Ooh, ha sido una gratificante charla, pero me temo que ya ha sido suficiente. Acaba lo que has empezado, Chat Blanc.

Lepidóptero tenía una sonrisa macabra en su rostro. Nunca se había sentido tan eufórico. El villano que había creado había acabado con la superheroína, aparte de con su vida, también. Ahora sólo faltaba que Chat Blanc cogiese el prodigio y se lo entregase. Ya estaba hecho. Por fin, Lepidóptero podría cumplir ese deseo que tan desesperadamente necesitaba que se volviese realidad. Pero no todo salió como él esperaba.

El villano frunció ligeramente el ceño, viendo cómo su villano, Chat Blanc, no obedecía al estar pensando lo que debía hacer, y respiró profundamente.

- Chat Blanc... ¿qué ocurre?

El no respondió. Sólo se limitó a mirar a Ladybug. Era realmente hermosa, a pesar de estar bastante dañada.

- No sé si debería hacer lo que me pides. - susurró.

- Escúchame bien. Ya está. Lo has logrado. Has sido muy fuerte. Finalmente has conseguido lo que querías... Pero ahora cógele el prodigio, por favor.

Chat Blanc volvió a desobedecer. El sudor caía por su frente, intentando decidir qué era lo correcto.

- ¿Y si esto no es lo quiero? ¿Y si más tarde me arrepiento de lo que he hecho?

- Vamos a ver... Lo quieras o no, tenemos un trato. Tú deseabas vengarte de Ladybug, y yo te he dado la fuerza y el poder necesario para ello. Y ya lo has conseguido. Ahora, tú debes de cumplir tu parte.

- ¿Quién dice que deba de hacer lo que tú me dices? - dijo, está vez, elevando la voz.

- Te lo digo yo. Soy yo quien te ha dado este poder. Y si no me obedeces...

- ¿Qué? ¿Vas a atacarme? ¿Me quitarás mi poder? ¿Me obligarás a quitarle los pendientes?

Lepidóptero sentía miedo. Su villano se estaba revelando ante él. No podía dejar que lo traicionara. No, está vez no. Entonces, probó con un argumento emotivo.

- Chat Blanc, yo sólo quiero lo mejor para ti...

- ¡No! - afirmó él. - Tú no te preocupas por mí. ¡Lo único que quieres son los eerupidos prodigios! Pero ella es diferente. Ladybug me conoce. Y ella sabe cómo puedo ser feliz.

- Vale, te entiendo, pero... entiéndeme tú a mí. Dáme una oportunidad, por favor... Mira, voy a decírtelo de villano a villano: necesito ese prodigio para encontrar mi felicidad. Yo también tengo derecho a ser feliz, ¿sabes? Llevo un montón de meses intento conseguir estos prodigios, y nunca antes había estado tan cerca. Si te soy sincero, mis ganas de vivir dependen de ello.

- Y si es tan importante, ¿por qué no los consigues tú mismo?

- Lo intenté. Varias veces. Pero fallé. Es demasiado difícil para mí. Por eso, prefiero ofrecer poderes, darles una oportunidad a las personas para desahogarse, y que ellos mismos peleen de mi parte. Escúchame... Yo puedo darte todo lo que deseas. Soy capaz de cumplir todos tus deseos. Simplemente tienes que confiar en mí.

Chat Blanc no dijo nada. Se agachó despacio, y cuidadosamente estiró su brazo hasta tocar el rostro de la chica. Se fijó en el labio, que tenía sangre, y con sus dedos, y con mucho cuidado, apartó la sangre de esa zona. Entonces, con seguridad, se levantó, y miró hacia arriba.

El antihéroe había tomado una decisión. Y tenia una cosa clara: No iba obedecer a Lepidóptero. Iba hacer lo que creía que era lo correcto. E inesperadamente, lo que decidió fue fantástico para muchos, y doloroso para otros. Iba a salvar a la Ladybug.

- ¿Sabes qué, Lepidóptero? Voy a decirte algo... entiendo perfectamente que desees vivir de la mejor manera posible. Pero yo también quiero eso. Yo también deseo felicidad. Y para conseguir justo eso, hice una promesa. Le prometí al amor de mi vida que nunca la traicionaría.  Y llevamos muchísimo tiempo peleando juntos, así que nuestra amistad es inquebrantable. Como se suele decir, las promesas no se rompen. Ha sido un placer conocerte y pelear a tu lado, Lepidóptero.

- ¡Espera, no, espera!

Pero entonces, ocurrió algo inesperado. Chat Blanc cerró los ojos, apretó sus puños, y desde sus pies volvió a aparecer esa manta oscura que anteriormente invadió su cuerpo. Sólo que esta vez, poco a poco, la capa fue mostrando el traje icónico y negro del superhéroe de París. Hasta que, Chat Noir volvió a ser él mismo.

-¡¡¡Noooo!!!- gritó Lepidóptero, tan fuerte como pudo. Su grito era una mezcla de rabia, tristeza, desilusión y debilidad. Se agachó de rodillas, con sus manos sobre su cabeza, mientras dejaba que sus lágrimas se extendieran por su rostro. Estaba tan cerca... ¿Qué había hecho mal? ¿Qué necesitaba hacer? ¡¿De verdad tanto constaba robar unos pendientes?!

Mientras Lepidóptero sufría, el conocido héroe de París, Chat Noir, abrió los ojos. Había vuelto. Era él. Sí, el mismísimo Chat Noir. Al abrirlos, quedó pensativo unos instantes, viendo la ciudad, que estos se mostraba destruida. El todavía estaba asimilando lo que acababa de ocurrir. Pero ese no era el momento de quedarse parado. Había cosas importes que hacer, y mucho más urgente aún, bastantes vidas que rescatar.

-¡Ladybug!- exclamó. Rápidamente se agachó donde estaba ella, se puso al lado suyo, y comenzó a darle pequeños toques en su mejilla, viendo a ver si reaccionaba. Chat Noir no paraba de murmurar su nombre. Pero ella no respondía.

- ¡Mierda, mierda! ¡Qué he hecho! ¡Dios, dios! - gritó, en alto.

- Vale, tienes que calmarte, Chat Noir, Ladybug te necesita, así que cálmate, venga va!

Entonces, se acercó al pecho de la chica y apoyó su cabeza. Necesitaba comprobar que su corazón le palpitaba. Y gracias a su suerte, el corazón de Ladybug bombeaba. Chat Noir lo celebró dibujando una sonrisa. No estaba muerta. No se había ido. Todavía había esperanza. En un instante, sin querer, el superhéroe dirigió su vista hacia el frente. Y lo que vio le cambio la expresión de la cara de manera repentina.

Había un detalle que Chat Noir se había olvidado. Nada más verlo, sus ojos se pusieron como platos. Antes, él estado akumatizado, y como todas las víctimas de Lepidóptero, aunque hubieran acabado con el villano, la batalla no había terminado. Había una cosa que hacer antes de que se acabara todo. A Ladybyg y Chat Noir les ocurrió eso en aquella primera vez, y desde ese momento, no dejaron que volviese a ocurrir. Pero si Chat Noir no hacía algo en este momento, la historia iba a volver a repetirse. Y no estaba listo para tanta presión.

El akuma se alejaba lo mas rápido posible de él. Se dirigía hacia lo alto de la Torre Eiffel. Su intención era la misma que en aquella primera vez. Y sólo Chat Noir podía detenerlo.

Chat Blanc 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora