Cap. 12 - El akuma

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"No... ¡no! ¿Qué hago? Qué... ¿¿¿¡¡qué demonios hago!!???" - murmuró el superhéroe con las manos en la cabeza, mientras su pecho subía y bajaba sin parar.

Su corazón palpitaba a gran velocidad. Tenía que tomar una decisión, y rápido, ya que si no reaccionaba, en un momento podrían aparecer demasiados gatos blancos, y a parte de que no podría detenerlos, ya no habría una mariquita para detenerlos.

Chat Noir miró a Ladybug. Luego hacia el akuma. Luego otra vez a la chica. Sinceramente, no tenía ni la más remota idea de lo que hacer, y no paraba de respirar agitadamente.

- Tengo que hacer algo con el akuma.. pero no puedo dejarla sola a ella, si no, podría morir... Pero, sí no hago nada, el akuma se multiplicará... ¡y yo sólo no podré pelear! Pero, si me voy, puede... puede que ya sea demasiado tarde para ella! ¡Mierda! Yo... yo... - decía para sí mismo, mientras las últimas palabras las pronunciaba con los ojos cerrados. Y por fin, tomó la decisión.

Hizo una pausa, y gritó.

- ¡¡¡¡PERDÓNAME M'LADY!! - exclamó, lo más alto que pudo. Y como un puma que ha visto una presa, empezó a correr desesperadamente, tan rápido como nunca antes había corrido, sin mirar atrás, ignorándolo todo, dirigiéndose directamente hacia su objetivo.

Tras 5 segundos, estando debajo de la Torre Eiffel, Chat noir cogió su bastón, lo apoyó, e hizo que se extendiera, haciendo que el superhéroe se elevase por 20 metros. Todo a una destreza y rapidez increíble. Tenía que llegar cuanto antes. Al akuma le faltaban unos pocos metros para llegar a la punta de la torre Eiffel.

Al llegar arriba, se apoyó en un trozo de metal, y lo usó para impulrse y acercase a otro. Con el siguiente saliente hizo lo mismo, y repitió este movimiento varias veces, sólo con la intención de llegar arriba lo antes posible.

Chat Noir era una gran persona. Y era admirable ver esa agilidad y control sobre su cuerpo, esa misma libertad que le daba ser Chat Noir.

Fatigado, llegó al punto donde no había más suelo donde subir. Solo faltaba la torre. 4 metros. Esa era la distancia la distancia del akuma, es decir, estaba prácticamente cerca. Un salto del superhéroe más, y listo, todo habría acabado. Él estaba a 8 metros de distancia.

No lo pensó dos veces. Sólo quería que esa pesadilla se acabara. Como antes, apoyo su bastón, se posicionó, y su arma se extendió tanto como antes. Nada más elevarse, el superhéroe guardó el bastón en su sitio, acompañado de un giro. Y entonces, con la velocidad adecuada y la distancia acertada, exclamó su palabra mágica, con una rabia que ni el mismísimo Chat Blanc poseía.

- ¡¡¡¡CATACLISM!!!!

Y de su mano derecha, salieron las chispas icónicas del superhéroe, sólo que por la situación y el estrés, esas chispas dejaban huella.

Estiró su brazo lo más lejos que pudo. Estaba a punto de alcanzarlo. Lo tenía hecho. Pero él no supo cómo pasó, pero justo en ese momento, cuando creía que iba a conseguirlo, el tiempo se paró. Y ese fue el momento exacto donde millones de recuerdos le vinieron a la mente del superhéroe.

"¡Somos Ladybug y Chat Noir!"

"Chat noir, para mí eres más que mi compañero, ¡eres mi amigo!

"Gatito, tú eres irremplazable"

"Nunca pelearé contra ti, m'lady"

"Tú y yo contra el mundo, m'lady"

"Nunca te abandonaré, gatito"

Sin aguantarlo más, Chat Noir se desahogó con un grito desgarrador, y usando esa furia y deseo de proteger a Ladybug, el acabó con lo que había empezado.

En un rápido movimiento, consiguió atrapar el akuma con su mano derecha. La cogió limpiamente, sin dejar si quiera respirar a la mariposa. No había sido difícil, pero había llegado justo a tiempo. Y lo había conseguido.

Un segundos después, inconscientemente, el superhéroe se apoyó en lo más alto de la torre. Su mano seguía cerrada, y él no paraba de observarla. Entonces, decidió abrirla.

Cuando lo hizo, un poco de polvo empezó a caer por los costados de la mano. Eran las cenizas del akuma. Despacio, la giró, para comprobar que su propia mano de verdad había hecho eso. Chat Noir respiraba lentamente. Tenía rostro relajado, asombrado por su valentía. Como si hubiera liberado todo su estrés en aquel instante.

Estando en lo alto de París, el superhéroe miró al frente. Y por fin, pudo apreciar lo que él mismo había ocasionado. La ciudad de París.

Era un espectáculo grotesco. Edificios destrozados, calles hechas añicos, unas víctimas fallecidas en el suelo... Vio todo el dolor que había esparcido. Lo pudo ver con sus propios ojos.

- Qué... ¿qué he hecho? De verdad... ¿ de verdad he... hecho yo todo esto? - murmuraba Chat Noir, confundido. ¿Cómo era posible que él, el superheroe que le gustaba hacer bromas, el superhéroe que pelearía siempre al lado de Ladybug, provocara tanta catástrofe?

Estaba atónito ante el espectáculo. Tenía el ceño ligeramente fruncido, y respiraba de manera normal. A pesar de toda la destrucción, el superhéroe no se sentía tan culpable. Por una parte, se sentía asustado, pero a la vez, sorprendido, por haber comprobado qué tanto daño podría hacer su poder.

Pero no había vuelta atrás. Lo hecho hecho estaba. Y la oportunidad de volverlo todo a la normalidad se esfumó, justo en el momento que hizo desaparecer el akuma. Y al no haber akuma, Lasybug no podría usar su poder y deshacer los daños. Lo que significaba... que París iba a quedarse así... para siempre. Quizás.

Chat Noir tragó saliva, y al instante encontró una excusa para evitar seguir viendo París de esa manera. Y esa excusa era una persona. Una persona que amaba con locura y que realmente necesitaba su ayuda, y ahora, mucho más que nunca.

- Voy a salvarte, m'lady - pensó para si mismo.

Y entonces, dicho esto, el superhéroe se soltó y se dejó caer al vacío, dirigiéndose hacia donde estaba la superheroína, quien pedía a gritos que alguien la salvase.

¿Seguiría Ladybug viva? ¿O el hecho de alejarse ha hecho que falleciera? Lo que sí estaba claro es que Chat Noir iba a ayudarla, pasase lo que pasase.

Mientras tanto, en un luegar lejos de la torre Eiffel, Alya, la mejor amiga de Marinette y la mano derecha de Ladybug, consiguió salir de casa de Niño, y gracias a él, no tuvo problema en transformarse.

Había escuchado estruendos de fuera de casa. Y viendo las noticias, se asustó. Chat Noir, el Chat Noir que todo París conocía, akumatizado. ¡Dios, tenía que salir de ahí lo antes posible! Alya se lamentaba por no poder estar ahí en ese momento. Entonces, se las arregló como pudo, hablando con Nino, con sus futuros suegros...

Y por fin, le dejaron a Alya salir de casa. Lo que significaba que Rena Rouge estaba lista para la acción. Decidió dirigirse a la Torre Eiffel. Quizás ahí encontrara a Ladybug o alguna persona que ayudar.

Hace unos momentos había probado a llamar a Ladybug, pero ello no había contestado. Así que, por una parte estaba preocupada.

¿Dónde estaría Ladybug? ¿Habría acabado con Chat Noir? ¿Y, qué demonios le había pasado a la ciudad?

Mientras avanzaba por los edificios, saltando uno tras otro con velocidad, en un instante paró. A la distancia, vio a dos siluetas, que nada más verlas, deseó que no fuese verdad lo que acababa de ver. A la superheroína se le hizo un nudo en el estómago. Eran dos personas que ya conocía.

Y esas personas, eran Lepidóptero y Mayura.

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¡Hola! Estos días estoy bastante ocupada, así que no puedo dedicarle tanto tiempo a escribir eta historia. Tendréis en capítulo enseguida, ¡lo prometo!

¡Y muchas gracias a la gente que me vota y comenta! Se os quiere💕

Chat Blanc 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora