Cuenta la leyenda que cuando el Hijo de Adán en carne y hueso, en el trono de Cair Paravel esté sentado, los malos tiempos habrán acabado.
Para la paz poder conservar, el alma más pura una naturaleza especial tendrá. Su grito será tan potente que d...
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Danielle abrió los ojos con la respiración agitada y desigual, desesperada por un poco de oxígeno. Creía que en cualquier momento perdería otra vez la consciencia, todo le daba vueltas y su cuerpo entero hormigueaba de pies a cabeza.
¿Estaba despierta?
Intentó moverse y parecía que sus extremidades respondían con normalidad, aunque todavía sentía los músculos un poco tensos y los huesos un poco rígidos. Se sentó y pestañeó varias veces intentando que el mareo se disipase. Cuando por fin se encontró lo suficientemente bien para levantar la vista y moverse con algo más de libertad sin sentir ese mareo punzante, descubrió que estaba en una habitación de piedra completamente vacía salvo por una mesa del mismo material en el centro, que era donde ella se encontraba. La mesa estaba rodeada de una cantidad considerable de flores y ramos secos por el paso del tiempo. ¿Cuánto llevaba dormida?
Se bajó de la mesa algo tope y se dispuso a inspeccionar la habitación en busca de una salida. Al parecer todo estaba sellado, así que empezó a dar golpecitos por las paredes hasta que por fin encontró una pared hueca. Empujó con todas sus fuerzas haciendo que las rocas se movieran hacia un lado dejando a su vista la espalda de una estatua que reconoció enseguida.
- No puede ser. -susurró-.
La chica salió con cuidado de detrás de la estatua dando paso a la sala de cofres real. Miró a su alrededor y un sollozo se ahogó en su garganta cuando su mirada se encontró con la estatua de Peter, el miedo de no volver a verle estrujó su corazón. Danielle se acercó a su baúl y lo abrió dando paso a sus cosas. Estaba todo; sus garras, su espada, sus dagas, incluso sus vestidos. Se colgó la espada en su cintura junto a sus dagas y volvió a colgar sus garras una vez más en su mano. Un escalofrío recorrió su espina dorsal. Ahora sí.
Volvió a mirar una vez más la estatua de Peter. Aslan le había dicho en ese sueño que se habían ido pero ella lo sentía cerca. ¿Tan desesperada estaba por verle de nuevo? Con un último suspiro subió las escaleras que conectaban la sala de cofres con el castillo de Cair Paravel.
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Mientras tanto, en la otra punta del bosque, el príncipe Caspian abría los ojos por primera vez desde que había tocado el cuerno. Tardó segundos en salir de su estado de confusión y recordar todo lo que había pasado. Se incorporó en la cama donde ahora se encontraba acostado mirado a todas partes, ¿el enano no le había matado?
- Este pan está duro. -escuchó a alguien quejarse.
- Le pondré un poco de sopa. -dijo otra voz-. A lo mejor se ha despertado.
¿Estaban hablando de él? El chico se levantó con sigilo de la cama y se acercó a la zona de donde venían las voces.
