Cuenta la leyenda que cuando el Hijo de Adán en carne y hueso, en el trono de Cair Paravel esté sentado, los malos tiempos habrán acabado.
Para la paz poder conservar, el alma más pura una naturaleza especial tendrá. Su grito será tan potente que d...
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El gran día había llegado. Hoy coronarían a los Hijos de Adán, a las Hijas de Eva y al alma protectora de Narnia. Cada uno estaba en una habitación del castillo de Cair Paravel siendo atendidos por unos faunos. Danielle estaba siendo peinada por Ivy, la fauna que ha estado con ella desde el principio y que ahora ya era una gran amiga.
- Está hermosa, majestad.
- Gracias Ivy. -sonrió mirándose al espejo-. Aprecio mucho tu esfuerzo, de verdad. Nunca me he visto así de bonita.
- Lo dudo, mi señora. Usted está bonita siempre. -la fauna terminó de arreglar el cabello de la banshee-. Ha sido un placer acompañarla desde que llegó aquí.
Elle sonrió sin poder ocultar lo feliz que estaba. Y es que la chica amaba su vida aquí, había pasado un mes desde que ganaron La Batalla de Beruna y estaba teniendo el tiempo de su vida.
La fauna Ivy y una nueva fauna que acababa de llegar llamada Gradiah, ayudaron a la próximamente reina a enfundarse en su vestido de color blanco con bordados dorados hechos cuidadosamente a mano a juego con los bordados dorados de la capa color rojo. Danielle no podía dejar de mirarse en el espejo, se veía preciosa. No podía esperar a ver a los demás. Cuando por fin terminaron de vestirla, la fauna Ivy colocó un collar en el cuello de la pelirroja echando el cabello de esta hacia atrás.
- Será mejor que bajemos a la sala común, ya es la hora. -avisó Gradiah.
Y así lo hicieron. Recorrieron largos pasillos hasta llegar a la puerta del salón donde los cinco tronos se encontraban. Danielle saludó a Edmund y Lucy que habían sido los primeros en llegar.
- ¡Mira, Elle, mira! -exclamó la pequeña girando sobre sí misma.
- Estas preciosa, Lu. -sonrió la mayor abrazando ligeramente a la pequeña-. Tú también Ed.
- Gracias, Elle. -sonrió este amable-. Ya lo sabía.
Poco después se unió Susan la cual iba espectacular y no pasó más de un minuto cuando el Sumo Monarca entró por la puerta junto a Aslan. Danielle se giró y sonrió tímida al ver al rubio. ¡Demonios! ¡Era tan guapo! El chico se quedó quiero en la entrada mirando a la chica, juraría que había visto un ángel si Edmund no estuviese al lado de ella.
- Bien. -les miró Aslan-. Ha llegado el día. No temáis. -dijo mirando a Lucy, que era la que visiblemente más nerviosa estaba-. Todo saldrá según lo planeado.