6. Tatuaje

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— Lamento haberla asustado — dijo Bankotsu a la azabache después de que despertara.

Aome lo miró por un momento, quería agradecer la ayuda que recibió de su parte, si no hubiera sido por él quizás nadie se hubiera detenido a ayudarla.
— Creo que entré en pánico, pero le agradezco que me haya ayudado.

— Es lo mínimo que podía hacer, me sentí culpable en el momento que se desplomó a mis pies, usted se fué al extremo con el viejo dicho de cayó rendida a sus pies — dijo Bankotsu sonriendo de lado.

— Tiene razón, es solo estrés que tengo, creo que debo llevarme las cosas con calma.

— Debería hacerlo, una mujer tan joven como usted debería disfrutar más la vida, a veces solamente necesitamos tomar un respiro y continuar con nuestras actividades diarias.

La puerta de habitación se abrió, Sesshumaru entró con caras de pocos amigos, no le gustaba la manera en que el moreno se acercaba a Aome, no es que estuviera celoso simplemente no confiaba en él.
— Aome, — dijo mientras miraba con disgusto al moreno — El médico me dijo que puede irse a su casa, le hablé a Sango y no puede venir para llevarla a la casa, así que yo la llevaré.

Bankotsu sonrió, sabía perfectamente que no era del agrado del agente, pero no podía hacer nada, no era ley que a todas las personas le cayera bien. — Espero que mejore pronto y algún día podamos a salir a tomar un café — dijo el moreno para despedirse de la azabache, luego se dirigió al peliplata y le lanzó una sonrisa — fue un placer conocerlo agente Sesshumaru.

Sesshumaru solamente hizo un gesto con la cabeza, pero ninguna palabra salió dirigida al moreno. Después que se fué Bankotsu, dejó sola a Aome para permitir que se pusiera su ropa, al salir Aome, no pudo evitar preguntar.

— ¿No le agrada Bankotsu? — preguntó.

— No confío en extraños — respondió el peliplata con indiferencia.

— Yo confíe en usted, cuando era un completo extraño para mí.

— Es diferente, yo soy un agente y busco seguridad para usted.

Aome sonrió al peliplata, era la primera vez que hablaba un poco más desenvuelto, sin demasiadas formalidades de su trabajo.

— ¿Sango, llegará temprano a casa? — preguntó cuándo ya estaban en el auto.

— Creo que llegará un poco tarde, y si su trabajo se extiende llegará mañana temprano, pero no sé preocupe me quedaré para que se sienta tranquila, Sango se preocupa mucho por usted, me ha pedido que no la deje sola, tiene miedo de que usted entre en depresión— dijo mientras le dedicaba una sonrisa a Aome.

— No tengo miedo mientras esté en el interior de la casa;  mi miedo crece demasiado cuando salgo a la calle, cuando estoy cerca de personas en las que no confío, personas a las que no conozco, siento que voy caminando entre un montón de psicópatas — dijo la azabache sonriendo con amargura — quizás es demasiado exagerada mi comparación pero, es un miedo que no puedo evitar.

— La entiendo perfectamente, a lo largo de los años en mi trabajo he conocido criminales tan despiadados que es como si hubieran perdido su sentimientos convirtiéndolos en animales, pero también he conocido personas que realmente vale la pena proteger, como usted — dijo el peliplata.

— Gracias — respondió solamente Aome.

Después de abandonar el hospital, Sesshumaru llevó a la azabache a la casa de Sango, durante el resto del trayecto ambos permanecieron en silencio, Sesshumaru se reprochaba las palabras que había dicho, seguramente Aome ahora pensaba mal de él. Para una mujer común sus palabras serían un halago, pero Aome era una mujer que había sufrido demasiado, había perdido a su esposo y era por eso que se reprochaba lo que había dicho.

BESOS AMARGOS  (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora