22. Capitulo final.

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El juicio de Kagura fue para las mujeres demasiado estresante, las pruebas presentadas por el fiscal fueron convincentes pero no tanto como la declaración de Bankotsu.
Bankotsu declaró que Kagura fue la mujer que planeó cada asesinato, las otras mujeres se vieron influenciadas por ella o quizás hasta el punto de haber tenido amenazas por parte de Kagura si fuera el caso en que se llegarán a negar en cooperar con ella.
El juez se notaba un poco incrédulo pero no podía negar que sentía una extraña admiración por ese grupo de mujeres en especial por Kagura, si era verdad que habían actuado de esa manera solamente para defender su honor y buscar justicia por lo que esos hombres les habían hecho era una situación complicada para él, por su parte humana el quería dejarlas en libertad merecían un premio por haber librado a el mundo de unas alimañas tan detestables, pero tenía una obligación con su pueblo, no podía soltar a Kagura sin antes darle un castigo.

Revisó la evidencia una y otra vez, levanto la vista y vió directamente a la acusada, de verdad admiraba a esa mujer ya sea que fuera culpable o complice tenía mucho valor.

Tomó un respiro antes de dar su veredicto.
— Kagura Onigumo, después de escuchar a todos los testigos el jurado ha decidido hallarla culpable...

No hubo ahí más que silencio, nadie dijo nada por un par de segundos...

— ¡Eso no es justo! — gritó Aome.

Yura y Kikio se pusieron de pie y al igual que Aome comenzaron a apelar la decisión del juez, era injusto para Kagura pasara el resto de su vida tras las rejas cuando el único crimen que había cometido era haber librado a la sociedad de unos hombres tan despiadados cómo esos.

Un fuerte sonido silenció nuevamente a las mujeres, la mirada del juez las tranquilizó, no ayudaban en nada a su amiga comportándose de esa manera, se sentarían tranquilas a escuchar la sentencia y buscarían la manera de hacer cambiar de opinión al juez.

— Silencio por favor...— dijo el juez para que guardarán silencio y poder continuar con lo que estaba haciendo — Kagura Onigumo, se le ha encontrado culpable de las muertes de las víctimas, sin embargo considerando toda la situación y los testimonios presentados se le condenada a diez años de arresto domiciliario.

— ¿Arresto domiciliario? — dijo Aome antes de saltar de alegría, no habían podido librar a Kagura del castigo pero por lo menos no pondría ni un pie en prisión, eso era un alivio.

Los festejos no se hicieron esperar no solo en el juzgado, mujeres que habían sufrido de la misma manera que ellas se regocijaban por el veredicto del juez, la  habían encontrado culpable pero la condena no era mala, arresto domiciliario era mejor. Además Kagura era considerada una heroína entre varias personas, más para las que habían sufrido como ellas.

El juez sonrió, esas mujeres de verdad le agradaban.

[...]

Las personas corrían de arriba a abajo, el bullicio era demasiado, las mujeres se veían asustadas sin saber que hacer. Se encontraban asustadas muy asustadas.
Kikio tomó de su armario el vestido negro que tanto le gustaba, tomó su labial y pintó sus labios de ese tono rojo que tanta fama les había dado, soltó su cabellera negra y la cepilló mientras sonreía, otra vez sentía esa felicidad que había sentido antes.

Aome por su parte también tomó su vestido negro su larga pierna se asomaba dándole el toque sexi que tanto le gustaba. De igual forma tomó su labial y pintó delicadamente sus labios, recogió su pelo y lo adorno con una hermosa flor negra, era el momento de hacerlo de nuevo.

Caminó fuera de su habitación, debían reunirse nuevamente, al salir se topó con Yura, su vestido negro llegaba un poco más abajo de sus muslos, su cabello había crecido y ahora estaba por debajo de su hombros, pero al igual que las demás sus labios rojos destacaban, se miraron y sonrieron con complicidad.

BESOS AMARGOS  (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora