20.LA MUERTE DE NARAKU.

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Sesshumaru había conducido como loco a la dirección que Jakotsu le había dado, tenía la esperanza de poder llegar a tiempo quería detener la masacre que quizás se llevaría a cabo; pero en realidad lo que más le importaba en estos momentos era el bienestar de la azabache.

Había pedido solamente con la compañía de Sango, sabía que entre más pronto llegará al lugar sería más probable que Aome estuviera bien, un operativo demasiado elaborado tardaría mucho tiempo en organizarse, partiría él y durante el trayecto pediría refuerzos.

El llegar al invernadero escucho un disparo, bajó del auto corriendo y entró al interior de dicho lugar, pero el lugar parecía ser más grande por dentro que por fuera. Las plantas le impedían tener una buena vista de lo que ocurría en el interior, caminó entre las plantas buscando con esperanza a Aome, pero lo único que encontró fue a una mujer de cabellos plateados llorando y en sus brazos se encontraba Bankotsu desangrándose.

— ¿Que fue lo que sucedió aquí? — preguntó Sesshumaru acercándose para asegurarse si Bankotsu aún estaba con vida, dió un pequeño suspiro de alivio al comprobar que aún tenía pulso.

— Naraku, — respondió la mujer — el atacó a Bankotsu.

— Y Aome, ¿La conoces? — preguntó el peliplata — ¿Ella está bien?

— Debes ayudarla Naraku no le perdonará la vida.

[...]

Aome y las demás mujeres corrieron tras Naraku no le permitirían escapar, él era el último que faltaba para que al fin hubiera la justicia que tanto habían buscado.

Habían optado por no andar solas, Kikio buscaba a Naraku con ayuda de Yura y Aome en compañía de Kagura, sabían perfectamente que debían ser cuidadosas no iban a a poner su vida en riesgo y arriesgarse a que Naraku matara alguna de ellas lo último que querían era morir a manos de un asesino como Naraku.

— Aome, ¿Que se siente pasar de víctima a asesina? — escucharon la voz de Naraku proveniente de entre las plantas — tantas veces nos han llamado asesinos y ahora tu formas parte del grupo, se que disfrutaste imaginando la manera de  asesinar y torturar a cada uno de mis primos.

Aome no respondió, guardó silencio intentado descubrir de dónde provenía la voz.
Pero en cuanto llegaban al lugar Naraku ya se había movido a otro lado. Sus manos sudaban mientras con seguridad sostenía el arma.

— Dime una cosa perra, ¿Alguna vez has matado a alguien? ¿O solamente has dejado todo el trabajo a las perras que te siguen?

Aome seguía sin responder, quería encontrar a Naraku antes de que el matara a alguna de ellas.
Un disparó resonó dentro del invernadero seguido instantáneamente por un grito de dolor mujer de alguna mujer.

— ¡Kikio! — gritó Yura, el grito de dolor había sido de Kikio.

Aome y Kagura corrieron al lugar de donde procedía el grito sentían que cada paso que daban no las hacia acercarse a su destino, al llegar ahí vieron a Yura  presionando en la herida que tenía Kikio en el hombro, Kagura se hincó inmediatamente a auxiliar a Kikio, después de todo ahora no solamente las unía la desgracia que habían vivido, ahora era una amistad lo que las unía.

Aome apretó los dientes, estaba furiosa, tomó su arma y se dió la media vuelta, no tenía miedo de ir sola lo único que quería en ese momento era asesinar a Naraku. Quería verlo sufrir y suplicar por su vida.

— ¡Aome no puedes ir sola! — gritó Kagura al ver que la azabache se iba enfurecida — ¡Quedamos que seria una trabajo en equipo! ¡¡Maldición!! ¿Por qué no me escucha?

Como si no escuchara los gritos de Kagura, Aome siguió su camino en busca de Naraku, sentía que toda la furia de su cuerpo estaba a punto de salir, necesitaba desahogar su frustración y si para estar tranquila tenía que asesinar a Naraku que así fuera.

BESOS AMARGOS  (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora