14. Seguridad

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Se acercaba las fiesta de año nuevo, pero la alegría no se podía sentir en ninguna de la chicas. Recién había muerto Yura y a pesar de que fingieron no tomar en cuenta las advertencias de Sesshumaru y Sango todas ellas se mantenían alerta.
No podían andar por ahí como si no estuviera pasando nada. Kikio se podía dar el lujo de traer consigo dos guardaespaldas, Aome casi todo el tiempo se la pasaba en la estación al lado de Sango, la única que se había negado en tener a alguien quien la protegiera era Kagura, ella había sido una mujer fría y de pocas palabras, pero las demás mujeres también sabían que era en la que más podían confiar.

Había pasado dos meses desde la muerte de Yura y Ginkotsu, todo parecía calmado y nadie había sufrido nuevamente un ataque.
Bankotsu no había vuelto a aparecer en la vida de Aome desde su última cita, lo cual le resultaba un poco extraño a la azabache, por otro lado Sesshumaru había estado más al pendiente de ella, seguía manteniendo su distancia pues desde aquel beso no habían tenido contacto físico entre ellos, no quería asustarla.

— Aome, ¿Que te parece si está noche salimos a dar un paseo nosotras dos solitas? Hace mucho que nos alejamos de la vida nocturna y me preguntaba si podríamos salir a divertirnos — preguntó Sango, todos este tiempo estaba bajo mucha presión, necesitaba despejarse un poco.

Aome miró a Sango un poco confundida, podía darse cuenta que la castaña tenía algo planeado, siempre había sido muy reservada en cuestiones de seguir las reglas y ahora la estaba invitando salir sabiendo que podían correr peligro.
Sango notó la mirada de Aome.
— Pero, está bien si no quieres — dijo Sango.

— No, está bien — respondí Aome, tenía curiosidad por saber que tenía pensado hacer Sango — Vamos a casa terminando el trabajo y nos cambiamos, ¿A dónde quieres ir?

Una enorme sonrisa apareció en el rostro de Sango — Conozco un bar, es seguro y el gerente es amigo mío, podemos pedir un palco privado solo seremos nosotras dos.

— ¿Un palco privado? — preguntó Aome.

— Es como una habitación donde solo estaremos nosotras y tendremos servicio especial, es mejor así, es más seguro.

— Si tú lo dices — respondió Aome un poco confundida, definitivamente Sango estaba muy rara.

— Por cierto Aome — volvió a llamarla Sango — ponte sexi — dijo raspando la última palabra.

— Comienzo a cuestionar tu orientación sexual — dijo Aome bromeando.

Sango la miró enojada, se sentía apenada pero las cosas que había dicho no ayudaban mucho para que Aome no pensara eso — ¿Que te pasa, soy totalmente heterosexual? Simplemente quiero tener noche de chicas, ¿Eso es malo?

— Solo bromeaba, está bien hoy habrá noche de chicas.

Saliendo del trabajo Aome y Sango se dirigieron a su casa, tomarían una ducha se arreglarían e irían al bar a divertirse un rato, al salir cada una de su habitación no pudieron evitar sentir admiración por la otra, Sango llevaba un hermoso vestido rosa, a media pierna, el escote era conservador, dejando ver muy poco de sus senos, y Aome llevaba un vestido rojo, ceñido al cuerpo, pero estaba un poco más arriba de las rodillas, era menos corto que el de Sango, pero a diferencia del de Sango el escote estaba cubierto pero su espalda era descubierta, hasta la cintura.

— ¿Crees que es demasiado? — preguntó Sango, no acostumbraba a usar ropa tan femenina, de hecho ese vestido había sido un regalo de uno de sus colegas y era la primera vez que lo usaba.

— Te ves hermosa — dijo Aome — es bueno que por una vez dejes las armas y la ropa tipo militar.

— ¿Y quién dijo que deje las armas? — respondió Sango mientras sacaba su pistola de su bolso — tengo permitido portar arma las veinticuatro horas del día.

BESOS AMARGOS  (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora