29 De Agosto 2020

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Habían pasado tres semanas desde que ese alfa con el que vivía había salido de viaje.
Tres semanas de tranquilidad en su cabeza y tres semanas de seguridad en su hogar.

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~Llevaban saliendo poco más de dos años, Víctor o "el patán" como se atrevían a llamarle sus amigos más cercanos.
Víctor era alto aunque no tanto como los alfas puros que rondaban por el mundo. Tenía el pelo negro y sus ojos un color miel que no transmitían otra cosa que maldad.
Como alfa realmente era horrible, siempre tratándolo mal cada vez que podía y golpeándolo cada que algo no le gustaba pero delante de amigos y familiares era un encanto de persona. A diario Sasha se preguntaba porqué demonios seguía con él y automáticamente se respondía "por miedo", quizás?.

Víctor trabajaba como Contador, según había dicho para una compañía extremadamente exitosa, Vtcom.

Vtcom era una de estas empresas de las que poco y nada se sabía pero mucho ganaban. Los números subían y subían y aún así pocos sabían qué era realmente Vtcom.
Resulta que sólo era una empresa fantasma que se encargaba de algo más que hacer subir sus números, ocultaban los trámites y negocios sucios de la mafia rusa y por supuesto Víctor estaba muy al tanto de todo eso.~
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Todo se encontraba tranquilo es día. Estaba desayunando un taza de café y unas tostadas, no sabía cuando volvería Víctor pero probablemente le quedaba poco para que su tranquilidad acabara.
Afuera llovía, hacía poco que había comenzado la temporada de lluvias y aquél día se había desatado una tormenta muy feroz.
Le agradaba, amaba los días de lluvia que llegaban al país, también disfrutaba las nevadas y enloquecía cada que podía aprovechar el cálido sol sobre su piel.
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~Sasha era un omega que a simple vista podía ser confundido con un malhumorado, loco, de mal carácter y sobre todo descarado, principalmenre con las personas que querían algo de él de mala forma.
Claro que la vida había contribuido en convertirlo en ese pequeño diablo pero por otro lado, la realidad era diferente.
Por fuera era todo aquello sí pero por dentro Sash era adorable, simpático, amoroso, era amable, condescendiente, empático y muchas otras cualidades dignas de una persona cómo él.

Tenía 25 años, con una infancia difícil y lamentable. Recordaba poca cosa de aquellos años y seguramente sus recuerdos estaban muy distorsionados y alejados de la realidad.
Según sabía nació en Estocolmo, Suecia pero a la corta edad de 12 años lo echaron de casa por haberse presentado tardíamente como un omega, según lo que alcanzaba a recordar. Aunque no era simplemente que fuera un omega, la realidad aparentemente era que el alfa borracho, idiota y desgraciado de su padre Ernest Furttat, quería a un alfa pura sangre igual que él, y en vez de eso obtuvo un omega aparentemente normal sin ninguna cualidad de pura sangre hasta la actualidad.

Su madre Andrea Bolche una mitad lobo, era una omega débil de mente que se sometía a todo lo que su alfa decía. Siempre había tratado medianamente bien a Sasha, lo alimentaba, vestía y enviaba a la escuela aunque a diario dejaba que su alfa lo golpeara por miedo a que fuera peor con ella.
Hasta que un día después de que Ernest la golpeara sin ningún motivo aparente, decidió tomar unas pocas prendas de ropa del pequeño niño y mandarlo a la calle con la única promesa de que no volviera por allí jamás y que se olvidara de ellos para siempre.

Actualmente Sasha guardaba un pequeño peluche de lobo gris con blanco que había logrado tomar velozmente aquella noche antes de ser sacado a rastras de su propia casa mintras su rostro se cubria de lagrima brotando desbocadas.
El oso estaba archivado en una caja de cartón dentro del armario en su habitación y cada vez que lo veía recordaba cada cosa por la que había pasado desde el día en que salió de su hogar. ~
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Era sábado y entraba un poco más tarde a su primer trabajo del día, porque sí, Sasha tenía tres trabajos. Debía tenerlos si quería pagar ese pequeño piso que tenía en Moscú y comenzar a estudiar en la universidad.
Pagaba unos U$180, que serían unos 13.370 Rublos. Era un monoambiente pequeño, tenía un baño, una cama de dos plazas, un pequeño armario, la vista hacia la calle, una cocina con mesada y unos bancos a juego.
También había decidido comprar un sofá con algo de dinero que había ahorrado y ya que a su cacero Pier no le molestaba decidió comprarlo.
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~Pier era un holandés de 53 años muy bien conservado, no tenía hijos ni pareja. Era un hombre amable y respetuoso, había sido militar hacía muchos años y por eso no había tenido tiempo de formar una familia aunque realmente nunca se lo permitió.

Pier y Sasha se habían conocido en el mercado, el hombre colocaba unos folletos ofreciendo el pequeño piso y Sasha solo estaba comprando algunas frutas para comer ese día.
Había llegado hacia pocos años a Moscú, por lo que en ese momento tenía unos 17 años y algo de dinero en sus bolsillo gastados.
Con el poco dinero ahorrado que tenía se atrevió a hablar con Pier y contarle algunas cosas de su miserable vida.
Le contó la forma en la que había tenido que irse del refugio en el que se quedaba desde que había llegado a la ciudad a los 13 años. Le contó sobre su trabajo de 12 horas dentro de un restoran lavando platos por a penas U$30, unos 2228 Rublos. También hablaron un poco sobre su familia aunque no dio muchos detalles. Ofreció a Pier hacerle arreglos en su casa y todos los favores que pudiera a cambio de completar el pago del piso.

Pier se sintió muy conmovido con aquél omega, así que decidió darle una oportunidad y ahora llevaban 8 años viviendo uno arriba del otro. Sasha vivía en la planta alta de la casa de Pier, con salida y entrada independiente al lugar, en pleno distrito de Danilovsky.~
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Su primer trabajo del día comenzaba normalmente a las 6am pero aquel día entraría a las 8am.
Era sábado y cuidaría de dos hermosos niños de 3 y 6 años, el mayor Alec, quien probablemente se presentaría como un alfa y el menor Jace, demasiado pequeño aún para lograr identificar su casta.

Sasha se encargaba de ellos durante seis días a la semana, los domingos era su día libre de los pequeños perfecto y hermosos monstruos.
Se quedaba con ellos 3 horas mientras sus madres tomaban ese tiempo para ellas, salir a correr, conversar, tener un desayuno sin manchas de crema, dulce o hot cakes volando en la mesa entre sus dos pequeños. Simplemente eran dos esposas disfrutando tres horas en plena calma antes de comenzar el día con sus pequeños niños y  sus trabajos.
Sasha adoraba ese empleo, comenzó con la familia desde que tenía 21 años llevaban cuatro años juntos y probablemente así seguiría hasta que Alice o Tina no lo precisaran más.










(1217 palabras)

>>Hola!! Espero que les guste esta historia. Dejen sus comentarios donde gusten.

Besitos y hasta la próxima 🙌😘😘🙌

Caminando entre las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora