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— Kiyomi... ¡KIYOMI!

Soltaste el lápiz asustada cuando tu amiga gritó muy cerca de tu oído, frunciste el ceño con enojo y te agachaste para tomarlo.

— Habla más bajó... tonta — la miraste mal y continuaste escribiendo en tu cuaderno.

— ¿Vas a contarme del chico que casi te mata?

— No me mato — levantaste los hombros sin interés alguno — Pero... era muy lindo sabes.

Dejaste caer tu cuerpo en el respaldo del mesabanco y movías el lápiz entre tus dedos mientras la imagen del pelinegro venía a tu mente. Piel tenue y cabello largo, lo tenía amarrado con una coleta. Cejas pobladas, ojos coquetos y unos característicos colmillos.

Lindo, demasiado.

— Pero es un idiota.

— Idiota tú.

— Kiyomi, ese vocabulario — las dos giraron cuando escucharon la voz de su profesora — Saben que el receso es afuera.

— Ya vamos — hablaron al unísono y arrastraron las sillas para salir del aula. Pudiste observar a Aiko reír a medida que salía de esta, ya que a ti te habían escuchado maldecir y no a ella — Maldita...

Hablaste rechinando tus dientes y te cruzaste de brazos mientras seguías a tu amiga por el largo pasillo, solo deseabas que las clases se acabaran ya y tuvieras que ir a casa.

Porque así, habría la posibilidad de volver a encontrártelo.

Porque así, habría la posibilidad de volver a encontrártelo

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— Así no... tiene que ser primero este kanji.

— A la mierda — Baji aventó el cuaderno e hizo un puchero en sus labios — ¿Por qué debemos de venir a la escuela?

— Para aprender, idiota — Chifuyu frunció el ceño y volvió a acercarle el cuaderno a su amigo para que continuara escribiendo — Tienes que darle la carta a Kazutora.

— ¿Y si le digo que se me cayó la mano?

Chifuyu frunció su entrecejo al escuchar la gran sugerencia tan ilógica de su amigo, negó la cabeza y le pegó más el cuaderno a su pecho.

— ¿Y cómo piensas decirle? — el rubio elevó una de sus cejas, el contrario sólo elevó sus hombros sin algún interés — ¿Le vas a enviar una carta diciéndole que no pudiste enviarle una carta porque se te cayó la mano?

Baji se quedó unos segundos pensando y sus ojos brillaron cuando escuchó la gran idea de su amigo, asintió unas cuantas veces y tomó el cuaderno para cambiar de hoja y escribir.

No, eso no tenía lógica pero Chifuyu no decidió en decirle nada.

— ¡Aiko espérame!

sad beautiful tragic | baji keisukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora