Capitulo 10.

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Capitulo 10.

Luis.

Caminar por los pasillos de la universidad luego de haber golpeado al ex de Mia se a vuelto un poco, raro. Si raro es la palabra. Todos, absolutamente todos me miran mal.

Levanto la mirada de mi capucha y a la distancia logro ver como un hombre en sus cincuenta y tantos años viene caminando hacia a mi.

Quisiera decir que lo conozco pero no, creo haberlo visto en algún lado pero; no lo recuerdo con exactitud.

— ¿Luis Palma? — el hombre de contestura robusta y un poco más bajito que yo me habla.

— Si, soy yo. ¿Por qué?. — pregunto de manera aburrida.

— Soy Frederic Jones, director de esta universidad y su superior; necesito que me siga por favor.

Lo miro de pies a cabeza, algunos en mi lugar estarían cagadisimos del miedo, pero no lo estoy. Creo que después de la paliza de ayer, está bien esto o ¿No?. Así que con la cabeza en alto digo de la forma más relajada y despreocupada posible. — Está bien.

Y ambos empezamos a caminar, hacia su oficina.
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— ¿Sabe usted lo que esto puede causarle?. Por Dios, está dañando su hoja de vida para un futuro, ¿Que dirán sus pacientes cuando vayan a una consulta con usted?.

Lo miro directamente a los ojos pensando muy bien mis palabras, así que con mi mirada clavada en la suya lo suelto.

— Pues nada, que soy un gran psicólogo ya que no tendré en un cuadro en la pared a lado de mis honorarios como le molí la cara a golpes a un hijo de puta. Lo siento, pero se lo merecía. — finalizó echándome en la silla de pasta dura pasando mis manos por la parte trasera de mi cabeza.

— ¿Sabe usted lo que esta demanda le puede ocasionar?. — el director Frederick dice del otro lado de su escritorio con ambas manos puestas sobre el.

— Si, lo se. — digo acercándome a el escritorio y tomando la misma postura que el — Pero, no me importa.

La cara del director Frederick se estiró en sorpresa, hasta pude ver cómo su mandíbula se tenso al instante.

— Entonces, si no hay nada más que decir. — pauso — yo. Me - re - ti - ro — digo cada monosílabo de forma lenta y retadora. Mi mirada nunca abandonó la suya, así que decidido me levanté de la silla y me gire para salir, no creí que hablaría. Enserio creí que no, pero entonces, el director habla.

— Señor Palma, espere la denuncia en su departamento y prepare su abogado.

Y cierro la puerta detrás de mí, no dije nada más, solo salí sin decir una sola palabra más.

El no va a poder contra mi. Un imbécil como el, no podrá.

Ya llamaré a mi abogado, así que solo regresaré a clases. En un principio debía ir y el hombre me hizo desviarme.

— Menuda mañana. — digo a nadie en particular — ¡Que más sigue, que alguien se estrelle y me tiré su café encima! — exclamó mirando hacia arriba y como si fuera una señal del cielo. Alguien choca conmigo y un líquido helado cae sobre mi buzo y pantalones mojandomé por completo.

— ¡Hey!.

— ¡Lo siento! — la voz de Mía no se hace esperar, por supuesto que seria ella. — Ah... Yo...déjame y te limpio ¡Ahgs, mierda!.

La veo sacar un pañuelo de su mochila y pasarlo desesperadamente sobre mi camisa.

— ¡Hey!, Calma..yo lo hago.

Le quitó el pañuelo y cuando estoy limpiando un poco el líquido veo como mi camisa y pantalón empiezan a romperse.

— Mía...¿Que era eso? — pregunto por qué siento que está ardiendo un poco.

Su cara se contrae en sorpresa y luego grita. — ¡Oh!, ¡Mierda! ¡Quitatelo!, ¡Quitatelo!, ¡Quitatelo!.

Sin previo aviso me quito el buzo y hago lo mismo con mis pantalones, quedando semidesnudo frente a la chica en un pasillo completamente vacío.

— ¡¿Que mierdas era eso?! — hablo tan fuerte que la chica se asusta.

— Era..ejem... Una clase de ácido... ¡Pero era para una clase de química de una amiga!.

— ¡Ácido!, ¡Sabes que no puedes estar caminando con un ácido por ahí y menos distraída!, ¡Mía, por Dios!.

— ¡Lo siento, lo siento!, no te vi es que apareciste de repente. No me diste tiempo.

— ¡¡Dios!!, ¡Da gracias que traigo ropa gruesa puesta y que no me quemaste el pene con esa cosa!.

La cara de la chica se pone colorada de inmediato.

— ¡Imbec... — su insulto queda a medias por que de la nada empiezan a salir los estudiantes de sus respectivas clases, casi puedo ver cómo Mia me mira en cámara lenta y como ve a nuestro alrededor, el baño más cercano está al final del pasillo y para llegar tendría que cruzar a toda la multitud, así que lo más seguro es entrar a una pequeña puerta que está frente a nosotros. Ambos miramos la puerta que dice "servicio". Veo como Mia niega varias veces pero ya es muy tarde.

— Oh no... Tu lo causaste, ¡Ahora entra conmigo! — digo mientras la agarró del brazo metiéndola conmigo al pequeño cuarto oscuro. Cierro la puerta detrás de mí y ambos quedamos pegados el uno al otro, los traperos y escobas cayendo sobre nosotros no se hacen esperar.

— ¡Mierda! — décimos ambos al unísono antes de empezar a reírnos. Pero entonces, ambos nos quedamos en completo silencio, dentro del pequeño cuarto, en oscuridad absoluta.

Un trapero está sobre la cabeza de Mia mientras yo solo estoy agarrando unas dos escobas que estaban cayendo, a pesar de la oscuridad puedo ver el brillo de sus ojos, ese pequeño brillo que vi el primer día. La felicidad irradiando de ellos.

Una pequeña luz del sol, aparece de cualquier lugar iluminando una pequeña línea de su rostro, sin poder evitarlo, la detallo lentamente.

Sus labios rosas están entreabierto, su cabello negro cayendo despreocupado sobre su rostro, sus ojos negros brillando en diversión, su piel cremosa que imagino debe ser tan suave si la llegase a tocar.

¡Pero en que estoy pensando!.

Ella es hermosa....

— Eres tan hermosa.. — digo en un susurro casi inaudible, pero sé que ella pudo escucharme por qué lo dije tan bajo y tan alto para que lo escuchará.

Mi corazón empezó a latir tan rápido de un momento a otro. Y sin previo aviso, Mia tiro el trapero a un lado y se abalanzó sobre mi. Y me besó.

Fugaces.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora