Capitulo 14.

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Luis.

— Muy bien — soltó Marvin de repente arrastrando sus palabras mientras  golpeaba ambas manos sobre la mesa — deberíamos irnos a casa de Mía.

Mi mirada viajo hasta la antes mencionada quien tenía las mejillas rojas y una sonrisita en sus labios, mientras intentaba limpiar una mancha imaginaria sobre la mesa.

— No, ya estamos lo suficientemente tomados como para seguirla.

— Pero... — empezó Mía a hablar pero le dió hipo haciendo que dejara la frase en el aire.

— ¡Decidido!, Levanten sus traseros y vámonos. — me levanté de la silla de golpe y un pequeño mareo me atravesó por lo que tuve que apoyarme en la silla.

Las risas de estos dos no se hicieron esperar. — Ves, tu también estás borracho y... ¡Ohhh, Un conejo!.

— ¡¿Dónde?!, ¡¿Dónde?!... — soltó Mía emocionada mirando hacia todos lados... — Adoro los conejos, ¿Y si compramos uno?.

Yo los mire divertido a ambos. — No hay ningún conejo por aquí... Vamos chicos, deberíamos irnos.

— Bieennnn — soltó Mía levantándose de su lugar mientras se tambaleaba de un lado a otro.

Minutos más tardes, todos nos encontrabamos caminando por las calles buscando un taxi, todos íbamos muy borrachos pero por alguna extraña razón Marvin podía mantenerse en pie y cuánto agradecía a Dios por ello ya que llevaba a Mía colgada de mi brazo izquierdo mientras parloteaba sobre el cielo, los conejos y las estrellas.

Por un segundo, mi mirada se desvío a su rostro, sus mejillas estaban rojas por el alcohol y sus ojos negros tenían ese brillo peculiar de siempre, Mía era ese tipo de chica que a pesar de todo no perdía ese brillo en su mirada. Un mechón de cabello le cubrió parte del rostro haciendo que ella con torpes movimientos se lo quitará del rostro..

Por un momento quise hacerlo yo.

Aleje esos pensamientos de mi cabeza y me dispuse a caminar con Mía a mi lado. Segundos más tarde un taxi se detuvo frente a nosotros.

— Al finnn — soltó la chica arrastrando las palabras.

— Si, al fin y...

— Yo me pido el puesto de adelante — dijo Marvin cuando ya estaba dentro del auto, yo gire los ojos y subí a Mía en la parte de atrás y luego me subí yo.

Le dimos la dirección del departamento al sujeto y todos nos quedamos en silencio, por un breve segundo.

— Psss....

— Pssss..

— Psssssss...

Cansado de escuchar a Mía a mi lado gire mi rostro y de inmediato está subió su mano a mi boca y empezó a juguetear con mis labios.

— ¿Que estás.. — no me dejó terminar la oración cuando ya había agarrado mi nariz con fuerza. — ¡Mía!. — la pelinegra me miró mal pero segundos después soltó una pequeña risita, yo solo solté un suspiro cansado y le saque la lengua, si muy infantil, ¡Pero en mi defensa, ella empezó primero!.

Si muy infantil.

¡Hey! — Mía grito eso en un susurro haciéndome girarme otra vez hacia ella — Tienes unos ojos muy lindos.... ¡Me gustan! — y con eso volvió a soltar esa risilla.

Por otra parte mi corazón se saltó un latido por ello y mis mejillas se calentaron un poco. Estaba a punto de decirle algo cuando Marvin me interrumpió.

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