Capítulo 48

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“Él La Ama Y Ella Ama A Otro.

¿Hay Algo Más Doloroso Qué Eso?”


Me sentía más perdida que nunca. ¿Cómo había permitido dejar que llegara a este punto? Recuerdo cuando años atrás primero reflexionaba y actuaba como me pareciera mejor. Nunca actuaba con forme mis sentimientos me indicaban, yo era a la que mandaba a mis emociones, no viceversa.

Me sentía nuevamente triste, insuficiente y muy, muy inútil.

—¿Sabes algo? Este es el escenario perfecto para un buen psicópata que está apunto de cometer un crimen. Un parque solitario, con partes oscuras, una chica sola en los columpios que no se molesta en levantar la mirada... Sí, definitivamente esto es pan comido para ellos.

Solo pude sonreír. Seguí con la mirada abajo y fue entonces cuando escuché como él también tomó asiento en el columpio de mi lado.

—¿Tienes alguna idea de la hora que es?

Negué.

—Van a dar las doce.

Me encogí de hombros, muy indiferente.

—Catalina fue a mi casa para pedirme que ayudara a buscarte. Todos están como locos. Apenas saliste corriendo hiciste que tu casa quedará patas arriba. Creo que vuelvo a ser el héroe de esta noche por segunda vez, ¿no lo crees igual?

No respondí. Me llegó el olor a cigarrillo, haciendo que lo observará de reojo y confirmara que está fumando. Sacó una cajetilla de su sudadera, la abrió y me ofreció uno.

Si, lo necesitaba con urgencia. Por eso lo acepte, lo llevé a mis labios y él lo encendió por mí. Le di una gran calada y liberé el humo.

—¿Qué pasó ahora? —volvió a preguntar viéndome fijamente.

—Me desquité con la persona menos indicada. Le dije cosas de las cuales ahora me avergüenzo y se que jamás me voy a perdonar por ello.

—¿Quién fue esa persona? —le dí otra calada y respondí.

—Mi mamá.

—Uh —pronunció arrastrando la palabra, haciéndome sentir para nada mejor.

—Dios, le grité... le dije cosas feas. No podré volver a verla a la cara durante mucho tiempo —oculte mi rostro entre mis manos—. Déjame sola —respondí antes de que me viera llorar.

—No lo haré. Siempre detrás de un “Déjame sola” hay un “Te necesito”, por eso no pienso marcharme. Mucho menos porque estás en este lugar donde vienen drogadictos y alcohólicos.

—Ya, Alonso —me estaba sintiendo peor.

—Lo siento. No es mi intención atormentar tu mente más. Solo quiero llevarte a casa sana y salva.

—¡No! Si antes no podía mirarlos a la cara, ahora no podré siquiera pararme frente a ellos. Me siento estúpida.

—Deberías —lo miré como si me estuvieran llevando los mil demonios y él sonrió—. Es un chiste.

—No me estás ayudando.

—No estás siendo clara. Ayúdame a entenderte por favor.

—Alonso, me dí cuenta que lo que me dijo Jerry tenía razón. Soy una basura como persona. No merezco vivir bajo el techo en el que vive mi padre, no merezco el cariño de mi madre, ni la protección de mi hermana Abby, no merezco los juegos de Catalina, no merezco los consejos de Víctor, no merezco siquiera las sonrisas de Irene. No merezco nada. Me siento tan pequeña, tan destrozada por todo lo que hice, lo que dije, por los malos entendidos. Estoy conociendo cada vez más la parte rota de mi misma. Solo sé que necesito un refugio donde pueda desahogarme, donde pueda llorar tranquila cuando todo se me venga encima y es obvio que no tengo ese refugio.

Mi Chico © [Completa ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora