Capítulo 60

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“Decepciones Que Duelen”

Miedo.

Miedo, pánico, terror, todo lo que estaba relacionado con esas palabras era lo que sentía en ese momento. Juro que por un momento pensé en correr, pero con solo ver a Cata sentada ahí llorando algo me hizo detenerme. No podía correr como cobarde y dejarla sola, debía de enfrentar el problema.

¿Pero como los encontró? ¿Catalina se los dio? ¿Fue capaz de traicionarme? No, ella jamás lo haría. Ella me ha demostrado que no es así. ¿Entonces como encontró los papeles?

«Ay... mierda»

¡Yo los dejé debajo de la laptop! ¡Así fue como los encontró! Si seré imbécil. ¡Fue mi culpa! ¡Yo misma hice a que los encontrará!

¿Y ahora que se supone que debería de hacer? ¿Decirle la verdad? ¿Evadir la pregunta? ¿Hacerme la maldita ofendida? Dios... ¿qué hago? ¿Qué se hacen en estos casos?

—¿Vas a contestar? —volvió a preguntarme, exasperado.

—No son míos.

Ay... Pude haber dicho otra cosa mejor. ¿Eso qué? Solo voy a complicar las cosas.

—¿No son tuyos? —alzó una ceja, más molesto porque sabe que estoy mintiendo—. ¿Y entonces por qué tiene tu nombre?

Miré nuevamente a Cata. Ya no lloraba tanto. Comenzaba a tranquilizarse. Nuestras miradas se encontraron. Me sentí tan mal de verla con los ojos tan hinchados y la mejilla rojiza por una posible bofetada que le dió mi padre. No tiene la culpa de nada. No tuve de otra.

—Bueno, sí son míos, pero deja que Catalina se vaya. Ella no tiene nada que ver aquí.

Cata movió la cabeza de manera negativa al mismo tiempo que sorbía y limpiaba su nariz con la manga de su suéter. Con sus ojos me dió una señal que entendí, me dijo que no se iría, pero yo le regresé otra mirada dónde le dije que lo hiciera.

—Anda, ve a tu habitación —le susurro Irene.

—¡No! —zanjó papá—. Ella tiene tanto que ver aquí. Tú no te vas a ningún lado, te quedas —le ordenó a Catalina, cosa que obedeció en seguida.

—Deja que se...

—¡Tú aquí no vienes a mandar! —me interrumpió en un grito que provocó que retrocediera un paso y bajara la mirada—. ¿Con quién has estado saliendo?

Es lógico eso. Si vió la prueba con la fecha del lunes que pasó, es claro que quiera saber con quien me he estado metiendo. Iba a responder un “con nadie”, entonces me dí cuenta que esa iba a ser una contestación estúpida. No es como si hubiera estado apunto de quedar embarazada del espíritu Santo. Es claro que había un chico de por medio.

—¿Vas a responder? —no volvió a tener respuesta de parte mía. No sabía que mierda hacer o decir—. ¡Responde carajo!

—No es malo. Él no es malo —me puse nerviosa.

—¡Mira, Monserrat, será mejor que me respondas lo que te pregunto porque si no...!

—¡Es que él no es un chico malo! —está vez yo le interrumpí—. Papá, si tan solo me dejas explicar esto...

—¿Qué vas a explicar? ¡¿Qué te has estado acostando con un idiota como si fueras una cualquiera?! ¡¿Qué hice yo para que salieras con esto?! ¡Te he dado toda la libertad que quieres y mereces, ¿y así es cómo agradeces?!

—¡No, no! ¡Es que, por Dios papá, tus reglas, tus exigencias! No nos querrás para siempre aquí, ¿o sí?

—¿Mis... mis reglas? ¿Mis exigencias? —su gesto fue de confusión—. ¿Qué tanto te he pedido como para que digas eso? ¡¿Eh?! —caminó con pasos largos hacía mí, me obligué a retroceder al ver lo cabreadísimo que se encontraba. No pude hacer mucho cuando me alcanzó, me tomó fuertemente del brazo y me llevó con él.

Mi Chico © [Completa ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora