Face Yourself

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Las cartas sin destinatario de Misoo continuaron una por mes durante casi diez años. Por la fecha escrita del puño de su madre, Sooran intuyó que la última de ellas fue escrita tal vez unos meses antes de su muerte.

Entre las cartas colocadas como un tesoro al fondo de la caja, Sooran fue capaz de identificar aquellas que había encontrado accidentalmente en el ático de casa, cuando buscaba algún recuerdo físico de su madre y así poder retenerla en esencia a su lado.

En ese momento, aun intentando procesar a detalle lo que había leído, mientras hacía más y más conjeturas, no fue capaz de preguntar la razón por la que ahora esos documentos estaban en posesión de Sung y mucho menos, atreverse a indagar sobre la presencia de Namjoon aquella tarde. Todo lo que sintió, fue una extraña nostalgia apoderarse de su pecho. Tampoco fue capaz de llorar, ni siquiera encontró sentido a enojarse. Permaneció en sigilo sentada en el piso, rodeada de un montón de cartas y sentimientos que ni siquiera sabía existían. Leía un pedazo de papel, lo analizaba, volvía a leerlo y al final, como si se tratara de un rompecabezas emocional por armar, apilaba aquellas cartas en orden cronológico Intentado formar sus propias respuestas.

Cuando por fin sus ideas comenzaban abrirse a nuevas respuestas, tal como luciría el sol despejado de nubes, sus ojos almendrados se posaron en Aaron, quien, desde su lugar,  la observaba con detenimiento y tal vez, miedo, inseguridad y vergüenza.

— Lo siento. — Susurró ella en dirección a su padre. Hizo una pausa para cerrar los ojos e intentar imaginar tan solo un poco de lo mucho que debió doler reprimir a su verdadero ser.  — No debió ser sencillo. Lo que tu padre te hizo-

— Caroline ayudó mucho. — Interrumpió el hombre marcando una sonrisa extraña en su semblante. Después del miedo, el dolor y la angustia, en cuanto Sooran dijo aquellas dulces palabras, un aura de liberación nostálgica inundó su rostro, haciéndolo lucir mucho más humano. — Ella fue mi mejor amiga hasta el final. — Musitó sin dejar de mirar hacia la nada, tal vez, queriendo recordar el rostro de la mujer que, poco a poco, comenzaba a desaparecer. Por un momento, como espectador, Namjoon pudo percibir un sentimiento cargado de desconsuelo en la voz del hombre, queriendo emerger desesperadamente. — El día de nuestra boda, antes de la luna de miel, Misoo me sorprendió nuevamente. —  Sonrió, cerró los ojos y para sorpresa de Sooran, Namjoon e Ilan, el hombre dejó caer una sola lágrima sobre sus piernas antes de recuperar la compostura. —  Yo estaba sumergido en mi propia tristeza al llegar al aeropuerto, así que no me percaté de que en algún momento, la persona que estaba sentada a mi lado en el avión, no era ella... Sino Theo. Mi hermoso Theo. — Suspiró con el anhelo más dulce y real que alguien podría jamás haber descrito. Sus ojos, por segunda vez, humedecieron y, para este punto, Sooran ya estrechaba su mano en algún intento por consolarlo. — Así que mi hermosa mejor amiga, me regaló la luna de miel perfecta en Balí con el amor de mi vida.

Ilan reconoció aquel nombre de inmediato. ¿No era ese el nombre del mejor amigo de Baek? ¿Theo Rossini? 

— ¿Y qué pasó con Theo?— Preguntó Sung, sumergido en curiosidad

— Theo se casó con una bella francesa en 1997. — Sonrió perdido en el recuerdo. Por alguna razón, Sooran sintió un terrible hueco en el corazón y sin embargo permaneció atenta, con los ojos llorosos y nariz rosada.  — Escuché que murió por una noble causa. Participó en un estudio experimental contra el VIH. — Musitó. — Tuvo una hermosa familia e incluso vio nacer a sus nietos. — Asintió con orgullo y a la vez, sumergido en nostalgia.

Ante las palabras de Aaron, Sooran no pudo evitar sentir el peso de la culpa tirando de su corazón. Todo lo que ella había juzgado, todo lo que había señalado, ahora pasaba a ser parte de su misma historia. Tal vez por su causa. 

¿Qué hubiera pasado si su madre y Aaron jamás hubieran tomado esa salida? Quizás él hubiera tenido el valor para escapar con Theo a algún lugar del mundo y en ese instante serían felices.

— ¿Por qué no hablaste de eso conmigo antes? — Musitó suavemente entrelazando sus manos con las de Aaron.

— Siempre viví como un reprimido, Sooran. — Respondió con una de aquellas sonrisas que más bien reflejan sabiduría y experiencia. — El tiempo, mis padres, mi familia, la vida en sí me recordaba a cada momento que debía estar avergonzado por amar a alguien de mi mismo sexo.

— Eres quien eres y eso está bien, papá. 

— Lo entendí demasiado tarde, cariño. — Susurró buscando la mirada de Sooran. — Lo siento mucho.

— ¿Y te arrepientes?

— Jamás. — Respondió al instante, con la voz segura, firme y confiada. — Tú llegaste. ¿Cómo podría arrepentirme por eso? Soy yo el que siente debe seguir disculpándose. —Continuó. — Después de la muerte de Misoo, no pude reunir el coraje para enfrentar la realidad y volví a casarme cobardemente enseguida para demostrar a la familia y al consejo que los rumores sobre mi sexualidad jamás fueron ciertos.

— Anna.

Aaron asintió en silencio. Sooran no pudo evitar preguntarse qué tan duro habrá sido para él aquella época: Viudo, con una hija pequeña, sin su mejor amiga, el peso de un emporio sobre sus hombros y una responsabilidad colosal que reprimía sus sentimientos como si estos jamás hubiesen tenido valor alguno.

— Ya no sé cómo pedir perdón, Sooran. — Continuó. — Me encerré en mí mismo sin poder ver el daño que te hacía y que eso solo te apartaba más de mí. Lo lamento.

Fue en ese pequeño minuto de silencio que los ojos de Namjoon buscaron con temor los de Sooran, quién durante toda la plática, procuró mantener la atención fuera de él.

Namjoon había permanecido silencioso durante ese rato. Él también tenía muchas preguntas qué hacer pero, al mismo tiempo, por dentro quemaba constantemente la incertidumbre por la reacción que pudiese tener ella al conocer toda la historia.
Estaba presente y a la vez, no lo estaba. Entre aquellos largos silencios que se formaban cuando ella se disponía a leer una y otra vez buscando respuestas con sentido, él también formulaba sus explicaciones, sus argumentos e incluso, sus excusas. Se mantuvo así, inerte, perdido en sus propios pensamientos de culpa y arrepentimiento. Cada vez que podía encontrar una salida para así no perderla, otra respuesta llegaba sola dejándolo desprotegido en el lugar donde comenzó. 

— Sigo sin entender qué haces aquí. — Continuó Sooran, dirigiendo tímidamente la vista hacia él, sumergida en un miedo constante y profundo ante la idea de lo que podrían significar algunas respuestas. — Cómo se conocen y-

Sin embargo, tras intercambiar una mirada de respaldo con Ilan, Namjoon por fin se vio decidido a hablar. Hizo a un lado sus miedos, inseguridades y antes que cualquiera de esos, por fin fue capaz de sentir algo de paz llegar a su corazón llenando de alivio cada ventrículo de él.

Con cuidado, aferrándose aún al cuaderno con recortes, hojas y notas, extendió el mismo a Sooran, quien lo sujetó con cuidado, deseando con todo el corazón que aquello no fuera algo terriblemente lamentable.

— Debes ver esto, por favor... — Musitó. Su corazón, sus piernas, sus manos... Cada centímetro de él temblaba como jamás llegó a imaginarlo. Quiso tomar una bocanada de aire, pero la misma sequedad de sus labios y la presión abrumadora en su pecho, se lo hicieron imposible. Al final, cuando quedaban pocos segundos antes de que ella decidiera comenzar a leer, tiró de Sooran hacia un abrazo largo y doloroso. Volvió a perderse un poco entre el aroma que emanaba su cabello y, casi en su susurro, como si se tratara de una despedida, exhaló: — De verdad lo siento. — Sintió cada órgano entre sus costillas apretujarse hasta asfixiar. — Te amo. 



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Who are you? ~ KNJ ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora