needy

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Y es que estando ahí, tumbado en su cama a mitad de la madruga, escribiendo, borrando una y otra vez el mensaje adecuado para llamar la atención de Sooran, era una clara señal de que se encontraba totalmente perdido. Anteriormente había evaluado que declararse podría ser la parte más complicada de todo el asunto, pero aparentemente era muchísimo más difícil enviar un simple mensaje con el texto "Tengamos una cita". ¿Eso se seguía haciendo? ¿Todavía existían las citas?

Su parte más anticuada y caballerosa aun quería creer que era así.

Pero eso no era todo. Aunado al innegable hecho de que ella lo seguía llevando de extremo a extremo jugando con sus emociones menos experimentadas, la impotencia por tener la posibilidad de ofrecerle el mundo y a la vez limitarse a - mal dicho- literalmente a nada, lo hacía ir de un lado a otro preguntándose qué tipo de salida podría tener con ella sin comprometer su imagen, seguridad y la comodidad de la chica. Un bar era demasiado, un parque era muy trivial, un restaurante podría ser muy comprometedor. La única respuesta que podía llegar a su mente en aquel momento de crisis era "Huye, Nam, huye."

Sin embargo, unos días más tarde, a eso de las 6:00 pm, justo cuando Sooran había confirmado por enésima vez que Jia no regresaría sino hasta el día siguiente por la noche, Namjoon ya se encontraba titubeante frente a la puerta de la pequeña casa en el barrio de Jung-gu a pocos minutos a pie del Museo de Arte de Seúl. Y aunque frente a todo mundo él se había encargado de construirse aquella imagen de hombre seguro de sí, gallardo, valiente y sensato, la verdad es que no dudó en buscar unas cuantas veces en internet "Qué les gusta a las chicas" "Qué esperar si una chica te invita a su casa" "Temas de conversación para una cita" o mejor aún "Las 10 mejores formas de disculparse por haber arruinado una cita". Parado con el dedo índice sobre el botón del interlocutor, observando el tapete recién sacudido de la bienvenida, aún así atento a seguir ocultando su rostro bajo aquella gorra negra y siendo testigo de cómo su chofer personal -o el grandote, como lo llamó Sooran- desaparecía justo en la siguiente esquina, supo que ya no había marcha atrás; ya no tenía opciones, ya no podía correr hacia Miah buscando algún consejo desesperado para no cagar la situación o mandar un mensaje a Sooran excusándose con trabajo para faltar a su cita.

Secó las manos sudorosas sobre los bolsillos de su pantalón de mezclilla y una vez más deslizó sus lentes de pasta negra sobre el puente de la nariz. Suspiró. Intentó parecer menos emocionado de lo que realmente se encontraba. Tocó el timbre. Escuchó un par de ladridos dentro de la casa y algunos pasos atareados intentando llegar hasta la puerta.

Pero en cuanto la vio con el cabello húmedo aún usando una playera enorme de algún grupo de rock de los 70's que bien podría tratarse de la ropa que todos usamos para estar en casa y notablemente exaltada, cualquier miedo y duda desapareció quedándose únicamente con la increíble sensación de tratarse de ella, de Sooran.

La expresión de Sooran fue algo memorable. Abrió los ojos tanto como su dignidad se lo permitió e intentó no esbozar una pequeña sonrisa llena de vergüenza y a la par bastante divertida.

— No soy la persona más puntual del mundo. — Sonrió ocultando su cuerpo tras la puerta después de confirmar, por la sonrisa de Namjoon, que este no se había enfadado por encontrarla así. — Lo siento. Yo- el tiempo se fue volando y... — Dio un vistazo rápido a su alrededor y después dentro de la casa. — ¡Cierra los ojos! — Casi gritó ocultando la risa y Nam, le obedeció. — Entra despacio y ábrelos cuando yo grite desde la escalera.

¿Cómo es que Sooran podía llegar a ser tan linda?

— Por el bien de tu casa, no me parece una buena idea. — Sonrió Namjoon con los ojos aún cerrados, procurando ocultar lo rápido que latía su corazón.

Who are you? ~ KNJ ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora