Kim Il Baek

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Para ti, Sooran;

Me gustaría poder llamar a esto una carta, pero la verdad es que solo escribo en estas páginas cuando siento la sensatez suficiente para hacerlo. Hay días en los que pienso demasiado y tengo la energía suficiente para plasmar esas ideas en el papel, como hoy. También hay ocasiones en las que pienso demasiado pero cuando llego al papel y la tinta, me quedo sin palabras o, lo más recurrente, difícilmente quiero pensar demasiado y no hago otra cosa más que sentarme a mirar este cuaderno de páginas amarillentas mientras espero que la vida pase, que por fin termine.

Lo cierto es que he puesto de mi parte en esto. He buscado reiteradamente formas para comenzar a escribir sin caer en lo ordinario pero, supongo que la manera más rápida y eficaz de terminar con esto es explicar cómo me siento. Y la respuesta es que no lo sé.

Intentar escribir esto va un poco más allá porque, constantemente, durante los últimos 20 años, me he dedicado a cuestionar duramente quién soy y qué es lo que fui.

Un día tenía 25 años y, cuando abrí los ojos, 5 años después según las palabras de mis difuntos padres y mi hermano mayor Il An, tenía 31. Todo lo que había conocido desapareció como si jamás hubiese existido, lo único que quedaron, fueron las memorias anteriores al primer día que puse un pie en Estados Unidos, pero a excepción de eso, no hubo nada.

Así que, creo tengo el derecho a dudar de mí mismo.

El día que desperté de aquel infinito letargo que más bien a mi parecer fue abrir y cerrar de ojos, también con él vino una agobiante realidad que, por mucho tiempo, me dediqué a negar gracias a las lagunas mentales resultantes del caos en mi cabeza en algún punto de esta historia. En un impulso incorrecto por presionar mi memoria, Ilan decidió contarme sobre la universidad, sobre mi carrera, mi más grande pasión, mis amigos... Sobre Misoo. Y lo que sucedió a continuación, fue que nunca existió, por lo menos no en mi mente.

Mi hermano entonces, tuvo que recurrir a mostrarme las cartas que alguna vez envié a casa, las fotos, los diplomas, evidencias tangibles de mi pasado y aun así, estaba aterrado.

¿Cómo es que podía sentir nostalgia por algo que no recordaba? ¿Cómo es que pretendía amar a alguien que no existía en mi memoria?

Así que mi primera razón para no buscar a Misoo después de mi letargo, fue mi apatía y, la segunda, una vez que las pocas memorias volvían a tener un lugar en mi atormentada consciencia, fue un corazón roto.

Supongo deberías haber tenido 5 o 6 años. Vestías un bonito vestido rojo a cuadros negros y Misoo, Misoo se veía tan hermosa como la última imagen mental que tengo de ella. La diferencia es que, en esta ocasión en el cuadro que me fue presentado, ustedes sonreían al lado de un hombre rubio y fornido, posando para una revista durante algún evento de caridad.

Así que estúpidamente, lo siguiente en mi despejada memoria, una vez que los recuerdos de los 5 años más hermosos de toda mi vida habían regresado, es que el amor de mi vida había decidido continuar con su vida y fruto de ello, tú. En aquella foto depositada por Ilan en mis manos, pude ver por perdida gran parte de mi alegría, de mis fuerzas y esperanzas.

No es mi intención victimizarme pero, algo que no desapareció jamás, fue aquella distimia severa que solía atormentarme desde que puedo recordarlo. Tu madre fue un hermoso episodio que por largos momentos, me hacía querer progresar, salir adelante y encontrar una luz bella al final de un túnel espeso, frío y tormentoso... Pero regresó.

Y si es que en ese momento tenía la esperanza de volver a buscarla para intentar cobardemente recuperar lo que la misma vida me había arrebatado, desapareció. Intenté seguir adelante. Encontré un trabajo como profesor historia del arte en una universidad irrelevante en Mokpo y me dediqué a sobrevivir sin tener la intención de vivir.

Who are you? ~ KNJ ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora