Encuentro Pt.II

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Con el dedo índice, estiró el cuello alto de su suéter negro con el fin de dejar entrar un poco de aire a su pecho; encontraba bastante inquietante volver a aquella librería y sobre todo, las circunstancias en las que tendría que hacerlo.
Él no solía ser tan perspicaz en relación a su aspecto a la hora de trabajar, confiaba ciegamente en la labor de su estilista; pero ese día, era diferente. Por alguna razón sentía la necesidad de verse implacable, lo suficientemente intelectual y pulcro como para presentarse en el aquel lugar y por ende, ameritaba un mayor esfuerzo de su parte.
Se vio por última vez en el espejo. Los jeans rectos, los converse negros de bota, el suéter negro de cuello alto y la gabardina beige formaban un conjunto muy diferente a la ropa holgada y relajada que solía usar para pasar desapercibido al frecuentar la librería Haru.
Despeinó un poco el flequillo en virtud de no dar la impresión de que le importaba demasiado la apariencia de su cabello, acomodó sus gafas cuadraras de pasta negra sobre el dorso de su nariz y rezó por última vez para que todo resultara bien.

— No creo que lo noté, pervertido. — Ese fue el intento de Ahn Mi Ah, la asesora privada del grupo, amiga suya y por alguna razón del destino, la única persona que sabía sobre su asuntillo en la librería, por hacerlo sentir "mejor". La chica le dedicaba una mirada en complicidad por arriba de la pantalla de su celular, esperando la señal para abandonar la habitación y dirigirse hacia la SUV de la compañía en destino a la librería.

— Y lo reitero. — Dijo el joven acomodando el cuello de su gabardina beige con extrema elegancia. — Ustedes dos, son iguales. — Suspiró mientras señalaba con la mirada a otro de sus compañeros quien en esos momentos, despertaba de su sueño matutino.

Mi Ah le dedicó una sonrisa y se alzó de hombros como si eso ya lo supiera.

— ¿Quieres un consejo? — Ella acomodó los codos sobre la mesa recargando el rostro sobre la palma de sus manos.

— Por favor. — Musitó nervioso el chico alto al que las gabardinas le iban de maravilla.

Lo necesitaba. Por lo general, su puesto le exigía tener una respuesta madura, sabia y prudente para cualquier adversidad; Mi Ah y él, pasaban largas horas hablando de cualquier tema como si el día no únicamente tuviera 24 horas, pero el tema de las relaciones y las chicas... Bueno, ese no era su fuerte.
Siempre le había resultado gracioso escuchar a personas ajenas a su grupo, decir que no podían vivir sin sexo más de una semana, que se trataba del mismo infierno y que posiblemente se volverían locos tras un mes sin acción. Era gracioso porque su trabajo lo cansaba demasiado, lo absorbía en tantos sentidos, que el sexo y las citas pasaban a ser algo sin mucha importancia.
La última vez que había conocido a una chica en el extranjero y en un arrebato de debilidad habían acordado 30 minutos a solas, sucedió ya hace dos años. Dos años y según él, estaba bastante cuerdo.

— Sé tú mismo. — Respondió Mi Ah.

Vaya.

— ¿Ese es el consejo? — Añadió el joven de la forma más educada y menos sarcástica que pudo, tras una risita esporádica.

— Piénsalo. Siempre has ido cubierto de pies a cabeza, es imposible que te conozca. — Aclaró su garganta y se levantó para quedar al lado del nervioso chico que revisaba su aspecto una y otra vez en el espejo. — Ella tiene la idea del tipo raro sin rostro cuyo nombre es... ¿Kim Yoon Hyung? que dejó de ir hace unos meses. ¿Qué probabilidad hay de que lo relacione contigo?

Tal vez ella tenía razón. Aquella chica en la librería, quizá ni siquiera había notado al desapercibido Kim Yoon Hyung y ahora, él estaba formando una tormenta en un vaso de agua.

Who are you? ~ KNJ ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora