¡AVISO IMPORTANTE!
Este capítulo está pensado para un público adulto, dado que contiene escenas de elevado y explícito contenido sexual. Queda bajo la responsabilidad del lector proceder o no con la lectura.
La habitación parecía un maldito tiovivo. Emma enarcó las cejas, abriendo con lentitud los ojos para acomodarlos a la tenue luz que se filtraba por las rendijas de las persianas y gruñó al sentir un pinchazo sacudirle las sienes. Tenía la boca pastosa y en su cabeza se habían instalado tres martillos hidráulicos como mínimo. Cuando se bebió hasta el agua de los floreros no pensó en la resaca que tendría al día siguiente y padecer las consecuencias no era agradable. Nada agradable.
Rodó por el colchón y al sentir la suavidad de las sábanas directamente sobre su piel algo en su pecho dio un vuelco. «No me jodas...», pensó. ¿Estaba desnuda? Alzó la sábana y las mejillas le ardieron. Joder si lo estaba. No había ni rastro de su ropa interior, ni de su vestido, pero alguien se había encargado de cambiar la tela por un traje de mordiscos y chupetones. La comodidad de aquella cama era inversamente proporcional al bochorno que sentía. ¿Cómo había podido ser tan imbécil? ¿Qué había hecho para acabar ahí? «Haz memoria», se exigió. Recordaba haber llegado al Museo de Bellas Artes de Boston, la cena, su conversación con Mayka y el categórico mensaje de su padre.
Aún estaba resentida por la actitud de ambos, ya que querían que se acostara con Pereira sólo por conseguir su voto. Se acordaba a la perfección de la rabia que le encendió el cuerpo, quemando tanto que había tenido que ahogarla a base de alcohol. También recordaba que se refugió en una de las galerías del museo, pero alguien la encontró. «No, no, no, no», se repitió cuando la visión de unos conocidos ojos castaños le sacudió los pensamientos. Regina fue quien apareció esa noche como una especie de regalo divino y ella se lanzó a besarla. Se detuvo unos instantes y acarició el contorno de sus labios con los dedos. Su beso había sido el desencadenante de todo.
Si el ambiente del cuarto ya resultaba lo suficientemente viciado como para que no hubiera margen a confusión, el lejano murmullo del grifo de la ducha despejaba todas sus dudas. Se había acostado con Regina. No una ni dos veces. Muchas. Las cuatro paredes de esa suite habían visto y oído demasiado y ella ya no podía seguir una línea de pensamiento lógica sin que los recuerdos del cuerpo de la morena la asaltaran como hienas hambrientas. «Pensándolo bien resulta hasta irrisorio», suspiró. Había pasado la noche acompañada como Mayka y su padre querían, pero con la persona equivocada.
El sonido del grifo de la ducha cesó y el cuerpo de Emma se tensó al instante. ¿Qué cara iba a poner? ¿Qué demonios iba a decir? ¡Seguía desnuda! Estaba al borde de empezar a hiperventilar de los nervios. ¿Y si saltaba por la ventana? Se mataría, por supuesto, pero es que también tenía la seguridad de que moriría de la vergüenza de no hacerlo. Podía intentar hacerse la dormida, pero le resultaba una soberana estupidez y realmente nada le garantizaba que la morena no se acercaría a ella o que tiraría de la sábana. Además, no tenía quince años. «Eres una mujer adulta. Te has emborrachado y has tenido la noche de sexo más guarra de toda tu vida, así que ahora apechuga», se dijo mientras cogía aire y llenaba los pulmones de una valentía que duró hasta que oyó la puerta del baño abrirse.
Regina entró en la habitación poco después y el corazón le dio un vuelco al verla. Llevaba puesta una bata de seda algo corta y la penumbra del cuarto llenaba su piel de deliciosos claroscuros. La visión de esa mujer al natural la cautivó de inmediato. Sin maquillaje, con el cuerpo húmedo y varias hebras de su cabello mojado huyendo del recogido de su toalla. Estaba tentadoramente preciosa.
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Hasta creer en ti
Romansa[CONTINUACIÓN de Hasta saldar la deuda] Emma Swan se había evaporado del mapa. Regina vive sus días con la angustia de no saber nada de su paradero y la busca sin cesar. A su vez, deberá enfrentarse a una cruenta batalla por la presidencia de la com...