La taza titilaba y el café, humeante y de un intenso aroma tostado, ondeaba de lado a lado bajo el peligro inminente de acabar volcándose. Sin embargo, Emma no era del todo consciente de que ese temblor se debía a lo trémulos que tenía los dedos. No era capaz de mantener el agarre con firmeza, así que cuando sintió que la cerámica resbalaba bajo sus palmas se decidió a dejar la taza de nuevo sobre la mesa. Ya bebería cuando consiguiera atemperar los nervios.
Escondió las manos sobre su regazo y se obligó a prestar atención al relato que le narraba Mary. Si había decidido citarse con Neal y con ella había sido precisamente para distraerse. En los últimos días su mundo se había convertido en puro caos y ella se sentía abandonada al miedo y la incertidumbre de no saber si lograrían salir indemnes del enfrentamiento contra su padre. Y quería creer a Regina cuando le decía que todo saldría bien, de veras que quería. Intentaba hacerlo apegándose a una corazonada de que así sería, pero luego volvía a sentir ese mal presentimiento... Era una sensación horrible, fría y viscosa; se colaba entre las costillas y reptaba por su cuerpo hasta estrujar su corazón. Una especie de augurio o tal vez la certeza de que Robert no les iba a poner las cosas fáciles.
Inspiró hondo y devolvió una sonrisa comedida a su amiga, quien parecía llevar un largo rato mirándola. Mary tenía las cejas arqueadas y arrugaba el labio de aquel modo tan suyo, como si temiera dar rienda suelta a lo que estaba pensando.
—No me estabas escuchando, ¿verdad? —le dijo al fin.
—Lo siento —se disculpó Emma—. Hoy tengo la cabeza en otra parte.
—Tu cabeza lleva en otra parte desde hace muchísimo tiempo —intervino Neal—. Es algo a lo que ya estamos acostumbrados —añadió, encogiéndose de hombros.
—Pero no quiero que os acostumbréis a eso. Yo quiero estar aquí, quiero ser parte de esto, de nosotros —matizó la rubia—. Quiero que me contéis cómo os va o qué hacéis, como hacíamos antes. Es sólo que últimamente siento que tengo demasiadas cosas guardadas dentro. Hay tanto por ordenar y procesar que cuando intento empezar, acaba por saturarme y estallar en mi cara. Aún así, os prometo que volveré a ser la Emma de antes. Sólo necesito tiemp-...
—Ey, Emma, para un segundo —la interrumpió Mary, echándose hacia delante para poder alcanzarle el hombro con la mano izquierda—. Creo que nos has malinterpretado. No era un reproche. Entendemos que las cosas te sobrepasen, pero no tienes por qué dejarnos fuera. No tienes por qué enfrentarte a todo sola. Podemos intentar ayudarte, pero no conseguiremos nada si sólo te quedas callada y no nos cuentas lo que se te pasa por la cabeza.
—Pase lo que pase, nosotros siempre vamos a estar contigo —convino Neal. Emma asintió despacio con un leve escozor en los ojos—. Además, cualquier cosa que puedas decir será mejor que escuchar por tercera vez cómo la suegra de Mary la dejó en evidencia en la cena de acción de gracias —bromeó, provocándole una leve risotada. Mary rodó los ojos y volvió a echarse sobre su asiento.
—Es que, a ver, me dijo que haríamos algo más divertido para variar y que celebraríamos una fiesta de disfraces sorpresa.
—Bueeeno, ahí va la cuarta... —murmuró Neal.
—La cuestión es que las mujeres de la familia debíamos disfrazarnos de algo sexy para sorprender a nuestras parejas —continuó ella, haciendo caso omiso a su amigo—. ¿Un poco machista? Sí, me lo pareció, pero decidí pasar por el aro porque la idea al menos me pareció divertida viniendo de ella. ¿Debería haber sospechado? En efecto, pero es que me aseguró que todas estábamos de acuerdo y me la creí, os juro que me la creí. Valiente zorra. En fin, ¿quién creeis que se presentó vestida de conejita guarrilla en la cena? Sólo yo. Ni os imagináis el ridículo que hice y lo abochornada que me sentí. Así que lo contaré las veces que sean necesarias porque todavía sigo sin creerme que esa bruja hiciera lo que hizo. Amo a David, pero su madre es una pesadilla —concluyó, tras lo que dio un largo sorbo a su infusión.
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Hasta creer en ti
Romance[CONTINUACIÓN de Hasta saldar la deuda] Emma Swan se había evaporado del mapa. Regina vive sus días con la angustia de no saber nada de su paradero y la busca sin cesar. A su vez, deberá enfrentarse a una cruenta batalla por la presidencia de la com...