Capítulo 3. Rivales

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El aire le pesaba en los pulmones y el pulso se le había detenido. Regina parpadeó en un intento por volver a conectar con su cuerpo, pero este no le obedecía. Lo único que sentía era un agudo pitido en el interior de sus conductos auditivos y una presión en el estómago. Ni siquiera estaba prestando atención al debate que se había generado en la sala.

Todos los asistentes procesaban, cada cual a su manera, lo que acababa de ocurrir: Emma iba a presentarse como candidata a la presidencia de Big Data Enterprise.

—Así que estas son tus verdaderas intenciones —ronroneó Biel, mirando a Mayka—. Cómo eres consciente de que tú no obtendrías el apoyo suficiente, utilizas a una recién llegada sobre la que ninguno tenemos información o referencias. Un poco arriesgado, ¿no te parece? —añadió.

—Está muy equivocado, señor Adams. Esto no tiene nada que ver con Mayka —le increpó Emma. Al oír su voz, Regina recobró el sentido—. Me presento a la presidencia por voluntad propia.

—¿Eso es verdad? —intervino.

La voz de Regina carecía de firmeza, era sólo un murmullo ahogado. Ella carraspeó y como no podía controlar el temblor de sus dedos, los ocultó cruzándose de brazos. Emma la observó de soslayo. Tenía el rostro firme, pero sus ojos titubearon al notar cómo ella le devolvía la mirada.

—Lo es —le respondió. Regina cerró los ojos e inspiró.

La cabeza era un hervidero de pensamientos inconexos y las manos le sudaban. «¿Por qué no me he dado cuenta antes?», se reprochó. Debería haber sospechado al instante de que la vuelta de Emma coincidiera con la junta en la que se iba a celebrar la votación, pero no lo había hecho. Y muy a su pesar, sabía el motivo. Su corazón se inquietó, revolviéndose en el pecho y ella expiró.

—Dadas las circunstancias, no me queda más remedio que anunciar a los asistentes que la votación prevista para hoy deberá posponerse —expuso de forma solemne.

—¿Cómo? —se sorprendió Saul. Varios de los asistentes arquearon las cejas y se observaron entre ellos.

—De acuerdo con la normativa de la empresa, cualquier accionista que no hubiera sido informado con la suficiente antelación de las condiciones de la votación puede solicitar presentar una candidatura distinta incluso el mismo día de las elecciones —aclaró Regina, dejándose caer con parsimonia en su asiento—. Asimismo, todos los candidatos deben contar con un mínimo de tres meses para poder preparar su propuesta. Yo tuve tiempo más que suficiente, pero la señorita Swan podrá hacer uso del que considere necesario para trabajar en su campaña. Eso, claro está, si así lo desea —matizó.

—Tres meses serán suficientes —convino Emma.

—Esto es una pérdida de tiempo —se lamentó Francis, resoplando. El hombre se recolocó la montura de las gafas y añadió—, ¿alguien de verdad cree que votaremos a una cría salida de dios sabe dónde para dirigir esta empresa?

—Cuidado con lo que dices, Francis —advirtió Sergey, irguiéndose en su asiento—. Quizás ya es hora de ir renovando personal.

—¿Estás amenazándome? —preguntó Francis, incorporándose y apoyando ambas manos en la mesa—. Porque si es así, te ruego que termines tu afrenta para que pueda ponerlo en manos de mis abogados.

—Con mucho gust-...

—Basta —intervino Regina, interrumpiéndoles—. Por inaudito que sea, este caso no infringe ninguna norma de la compañía. Al contrario, era una situación que podía darse y para la que hay un reglamento a seguir. Cumpliremos con las reglas. Todos nosotros —reafirmó, repasando a cada uno de los miembros con la mirada.

Hasta creer en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora