Estúpida Regina. Estúpido Biel. Y estúpida ella por dejarse enredar en aquel jueguecito que ambos se traían. ¿Cuántas semanas habían pasado desde aquella maldita entrevista en la NBC? ¿Dos o tres? ¿Tres y media? «No finjas que no te acuerdas, tienes la fecha grabada a fuego en la memoria, Emma», se dijo, rodando los ojos.
Veintitrés días después de que Biel Adams dejara caer en prime time que podría haber boda, todavía tenía que soportar que se continuara hablando de lo mismo. En las redes sociales los seguidores de la pareja cada vez eran más creativos. El hashtag #MIEL estaba repleto de imágenes de ambos en actitudes de lo más cariñosas e incluso habían empezado a emerger fanfics sobre ellos. Algunos eran de lo más perturbadores, todo fuera dicho. No es que ella lo hubiera investigado. Bueno, sí. Sí que lo había hecho. Más de una noche se la había pasado en vela recorriendo esas innumerables historias con una mezcla de estupor y asco. ¿Es que la gente no veía que entre esos dos no podía haber nada? Porque no había nada, ¿verdad?
Resopló por quinta vez consecutiva en el interior del vehículo y se apoyó en la ventanilla. Estaban entrando ya al recinto del Museo de Bellas Artes de Boston. Aquella noche el lugar estaba cerrado al público con motivo de la decimoctava Gala Benéfica de la Fundación Mills y ella, como miembro importante de la junta de la empresa, debía asistir. No apoyó con tanta efusividad como otros el hecho de aceptar que el evento se realizara en la ciudad de Boston, como había sido tradición, ya que ella habría preferido quedarse en Nueva York, pero tuvo que aceptarlo sin más. Un ochenta por ciento de la junta así lo había decidido, al menos.
El año anterior no habían celebrado la ya habitual gala por guardar luto a su miembro fundador, Henry Mills, así que la prensa estaba que echaba chispas en aquella ocasión. El despliegue de medios que podía ver a las puertas del museo era descomunal. Varias decenas de periodistas se agolpaban a ambos lados de la entrada al recinto, flanqueados por un muro vegetal compuesto de arbustos que a todas luces parecían artificiales, y sus flashes iluminaban la noche cerrada. Los vehículos iban rodeando el recinto, uno a uno, y dejando a los invitados a las puertas y a merced de las cámaras.
Era la primera vez que Emma visitaba aquel lugar, así que le sorprendió la magnitud del edificio visto de cerca. Alzó la vista, pegándose aún más a la ventanilla. Casi parecía una especie de palacio cubierto por piedra caliza que brillaba con fuerza gracias a los focos que rodeaban el recinto. La entrada estaba custodiada por unas escalinatas, en aquel momento ocultas tras una alfombra en tonos champán y de reborde rojizo, y el frontal contaba con cuatro grandes columnas sobre las que colgaban dos lonas en las que se podía leer: «XVIII Gala Benéfica de la Fundación Mills».
La organización del evento había corrido a cargo de la actual ejecutiva de Big Data Enterprise y Regina había pasado las últimas semanas desaparecida en su despacho. No es que a ella le importara no verla, por supuesto. Se alegraba de tenerla lejos, pero no tanto de que a quien estuviera cerca la morena fuera a Biel. Aún le costaba controlar la presión que sentía en el estómago al verlos juntos y aquellos días ambos lo habían estado demasiado. La compañía de la familia de Adams era una de las principales patrocinadoras de la gala, así que no era de extrañar su implicación, pero le habría gustado que contaran con ella. Su enfado se debía a eso. Sólo a eso.
Cuando su coche se detuvo, la cabeza de Emma se despejó y sintió que el corazón se le paraba. Había llegado el momento. «Tranquila. Sonríe como ensayaste con papá y mantente serena. Es sólo una noche. Todo irá bien», se repitió mientras cerraba los ojos y se forzaba a respirar hondo.
—¿Señorita Swan? —oyó la voz del conductor y abrió los ojos con lentitud. El hombre parecía tener prisa por salir de allí. Y no podía culparle, ya que tras ellos habían otros tantos vehículos que esperaban poder dejar a sus pasajeros.
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Hasta creer en ti
Romance[CONTINUACIÓN de Hasta saldar la deuda] Emma Swan se había evaporado del mapa. Regina vive sus días con la angustia de no saber nada de su paradero y la busca sin cesar. A su vez, deberá enfrentarse a una cruenta batalla por la presidencia de la com...