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Dedicado a fleetingbooks ❤


Un simple no

Astra

—No ha sido muy inteligente eso de retar a mi hijo en frente de mi gente. O decir que yo manejo un... ¿Cómo fue que lo llamaste? Ah, sí, un «circo».

Wex caminó hasta mi lado y se recostó de su escritorio. Yo me quedé paralizada, todavía asimilando que estaba en su oficina y que seguía con vida.

—Lo del circo es un dicho popular, no quise decir que esto fuera un circo de verdad.

Aunque su hijo sí es un payaso, pensé.

Contrario a lo esperando, no parecía molesto. En realidad lucía entretenido, como si todo en mí le causara gracia, y no sabía si eso era mejor o peor que su furia.

—Reconozco que tienes valor para presentarte acá, hablar sobre tu participación en Arcadis y pedirme un «derecho a réplica». No esperaba menos de ti, tu padre tenía el mismo espíritu. Ahora dime, ¿vas a rogarme que no te envíe a los juegos?

Su sonrisa fue una mueca que me causó repulsión. Le divertía la idea de que le rogara.

Por otro lado, la sola mención de mi papá hizo que el pecho me doliera como si me hubieran clavado un puñal. Pero no quise darle el gusto de demostrarlo. Inhalé, exhalé, e intenté encontrar ese valor que él me había dicho que tenía.

—No, no vine a negociar mi participación en Arcadis. Entiendo el motivo, entiendo que le debemos dinero y que esta es una forma de pagarle. También sé que usted es una persona que no toma decisiones a la ligera, y si ha enviado a su gente a mi casa, es porque no dará su brazo a torcer, sobre todo cuando el registro para Arcadis es el lunes.

Wex enarcó ambas cejas, un poco sorprendido por mi manera de responderle y sin dejar de mirarme como si estuviera viendo un show divertidísimo. Paseó la mirada de arriba abajo, observando cada rasgo de mi cuerpo y luego en sus ojos apareció un brillo de curiosidad.

—Entonces, Astra, ¿qué es lo que vienes a pedir? Ya despertaste mi curiosidad.

—Mi familia.

Su expresión demostró que no entendía mis intenciones, así que procedí a explicarme mejor:

—Como debe saber, mi madre lleva años con dolores crónicos y un tratamiento que a veces le impide siquiera moverse. Mi hermano no trabaja al mismo ritmo que yo por el tema de su pierna. En este momento soy el principal ingreso de mi casa, y si usted me envía a Arcadis ellos no podrán cumplir con las cuotas semanales de la deuda.

Se cruzó de brazos sin dejar de mirarme.

—¿Y qué quieres que haga?

Apreté los dientes con rabia, sabiendo que él solo quería que yo lo dijera en voz alta. Quería que le pidiera ayuda con todas las palabras, y seguro se reiría si me atrevía a rogarle. Mis ojos comenzaron a arder mientras mi orgullo poco a poco se iba desvaneciendo.

—Quisiera que, mientras yo esté en Arcadis, tenga consideración con ellos y si bien no puede aplazar el cobro de la deuda, por lo menos pueda dejar el monto a la mitad. No podrán pagar completo si yo no estoy.

Wex se quedó en silencio, solo observándome, como si estuviera memorizando quién era o tal vez comparándome con mi papá, a quien él conocía bastante bien. Me pregunté si estaría reevaluando la opción de enviarme a Arcadis y quise ser optimista por tan solo segundo. Por un instante me imaginé sentada con mi familia viendo los juegos, sintiéndome afortunada de no haber sido enviada allí.

Arcadis: El juego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora