𝐓𝐡𝐨𝐬𝐞 𝐞𝐲𝐞𝐬 ║ 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧

Capítulo 33

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𝑳𝒆𝒗𝒊  

Antes de llegar a mi departamento, paré el elevador un piso antes para recoger a Night.

Como no podía quedarse solo por tantos días, se lo encargué a una persona de confianza que vivía en mi mismo apartamento.

Toqué su timbre y no tardó mucho.

—Oh, Levi, bienvenido de vuelta, pasa, espera a que ponga a Night en su transportador para que te lo lleves.

—Muchas gracias por cuidarlo, espero no haya causado problemas.—Le respondí mientras entraba y veía como ponía a Night en el transportador.

—Para nada, se portó de maravilla—Tomé la mochila que le di y guardé el resto de cosas de Night en ella—Si necesitas que cuide de él otra vez, yo estaré encantada de cuidarlo.

—Muchas gracias otra vez, lo tendré en cuenta. Ya nos vamos.

Tomé el transportador del gato en una mano mientras con la otra tenía la pequeña mochila con sus cosas.

—Adiós.—Dijo mientras cerraba la puerta.

Tomé el elevador otra vez para dirigirme a mi piso y por fin dormir.

゜・。。・゜゜・。。・゜

El maldito sonido del timbre interrumpió mi amado descanso.

Era lunes por la mañana, pero por las actividades del fin de semana anterior nos dieron el día libre. Pero al parecer alguien no.

Me levanté de la cama, y con mi mano sacudí al gato para despertarlo de su siesta. 

Si yo no duermo, tú tampoco.

Sabía que el gato me estaba siguiendo por el sonido de sus pequeños pasos detrás de mí.

Mis ojos no estaban totalmente abiertos por el sueño, pero aún así abrí la puerta.

Qué mierda hace aquí.

—Hola Levi, ¿te desperté?—Preguntó "curioso".

—Sí, ¿qué haces aquí?

—¿Acaso no puedo visitar a mi hijo?

—No.

—Da igual, permiso, voy a pasar.—Pasó de mí y entró al apartamento.

—No dije que pases.

—Yo te pago la renta, estoy en mi derecho.

—Tch, ¿a qué viniste?

—Eso da igual—Dejó su maleta de trabajo en el sofá en donde se había sentado Night—. ¿Desde cuando tienes un gato?

—Desde hace unos meses.

—¿Tú? ¿Un gato? No creo que adoptarlo haya sido idea tuya, no eres de ese tipo de personas; ni siquiera te gustan los gatos.

—Tú qué sabes. Jamás te interesaste en mí ni en lo que me interesaba.

—Rencores atrás. Vamos a desayunar, traje comida.—Dijo levantando unas bolsas que tenía en su mano izquierda.

—¿No tienes que trabajar?—Ya eran más de las nueve, y él siempre empieza a trabajar a las ocho.

—Yo también tengo el día libre.