Se veía tan guapo, tan encantador. Traía puesto un traje gris oscuro, su camisa era blanca y su corbata azul oscuro con finas franjas inclinadas de color blanco. Se veía perfecto.
— Amor, ¿está todo bien? —pregunte mientras me acercaba a darle un beso en la mejilla.
— Te ves hermosa. — afirmó mientras me miraba fijamente a los ojos
Sabía que algo le pasaba, pero si no quería hablar no iba a insistir. Lo conocía muy bien, pero era muy reservado y frío.
Nos dirigimos al auto, está vez me sorprendí al ver que no era el mismo en el que habíamos llegado anoche, este era un BMW de color blanco, muy hermoso por cierto. James y yo no hablamos en todo el camino, era extraño, después de lo que pasó anoche, sin duda lo era.
Decidí romper el silencio preguntando si algo le pasaba, pero no obtuve respuesta alguna. Este James no me agradaba para nada, si, el era frío, pero esta vez parecía un cubo de hielo, no entendía por qué actuaba de esa manera.
Llegamos a la firma, parqueo el auto y se bajó sin decir ni una sola palabra, miró su celular y me siguió al ascensor.
— ¿Me vas a decir que demonios te pasa? —Dije sin mirarlo
— ¿Ya miraste tu celular? No dejo de sonar en toda la puta noche.
Saque mi celular del bolso para mirar, y tenía varias llamadas pérdidas de Ricardo.
¿Con que esto era lo que le sucedía ? ¿Por qué no me dijo nada antes? Claro, debo hacer pie en que reviso mi celular sin mi permiso, y eso no debió hacerlo. Pero ¿Que quería Ricardo? No tenía motivos por el cual llamarme, así que no entiendo ni un poco que está pasando.
—¿Por qué revisaste mi celular?
— Estoy en todo mi derecho, eres mi pareja y debo saber con quién hablas y quien te llama
—No, no, no. Estas errado mi querido colega, aquí no hablemos de derechos porque podrías perder, ya que estás invadiendo mi espacio y privacidad sin mi autorización, y eso deberías saberlo muy bien
—Dije con mucha confianza. — ahora bien, ¿te enojaste conmigo porque Ricardo me estaba llamando?Estaba muy enojado, lo notaba por su mirada y sus puños apretados, era muy impulsivo y un poco dramático.
Las puertas del ascensor se abrieron y no tuve ninguna respuesta a mi pregunta, solo salió y sin decir nada se dirigió al lugar de Helen, quien vestía un hermoso y elegante conjunto de color azul marino y un hermoso prendedor que adornaba su atuendo.
— ¡Buenos días! ¿Cómo están mis queridos doctores? —Dijo Helen con una hermosa sonrisa en su rostro.
— Excelente, Helenita. —Respondi con mucho gusto.
James camino a la oficina de Emil. Supongo que algo tendrían pendiente, yo me dirigí a la oficina de Adán como de costumbre, y ahí estaba el sentado en su escritorio.
— Buenos días doctor White. —Dije al entrar.
— ¡Eli! Muy buenos días, me alegra verte.
En realidad ni siquiera me había visto, no quito la vista ni un segundo del computador. Supongo que estaba muy ocupado, pero realmente no quería molestar, así que decidí ir a ver qué hacían mis compañeras.
Decidí que iría primero a la oficina de Marcela. En el camino me encontré con Zamira, tan divina ella, con un vestido ajustado de color marrón, y unos tacones altos de color negro, su cabellos siempre se veía igual... perfecto.
— Zami, ¿como estás?
— Que carajos importa como estoy, ¡TU ESTÁS DIVINA! — exclamó mi quería compañera llena de encanto.
— ¡Doctoras!
Esta voz me sacó de mi ritmo actual. Era Ricardo, dispuesto a dañarle el día a cualquiera con su arrogancia asquerosa.
— Elizabeth, ¿podríamos hablar?
Obviamente tenía que hablar con el, quería saber el motivo por el cual me estaba llamando en la noche y dejarle muy claro que yo no era su amiga.
— Claro que sí, vamos a tu oficina. — Dije con seguridad
Me disculpé con Zamira y camine a la oficina de Ricardo.
— Perfecto, ¿de que quieres hablar? — Espero tengas un mejor motivo que el mío y buena explicación por las llamadas de anoche.
— Estaba ebrio, y quería verte. — dijo confiado de si mismo.
— ¿Verme? JA! ¿de cuando acá somos tan amigos? — Dije mirándolo a la cara.
— Desde que fuiste mía en España. — Afirmó en un tono déspota e intransigente.
Me indignaba cada vez que me recordaba aquel momento en el que creí amarlo, en el que creí que era buena persona, y así lo sostenía hasta que llegue a esta firma y lo conocí realmente.
— Tú eres parte de mi pasado, no muy lejano, pero si olvidado. No significas nada para mí, y no soy tu amiga, ya no.
Mi tono era molestó e indignado.
—No vuelvas a llamar a mi celular, no vuelvas a dirigirme la palabra y mucho menos pienses que podremos volver a estar juntos. Espero te quede muy claro, tú y yo no tenemos nada que nos una. — Dije y me aleje tras pasar el umbral de la puerta.
Era tan ridículo, tan insoportable. Por que siempre tenía que arruinar mis días.
Ricardo era genial, hace mucho tiempo, claro, era gentil, caballeroso, delicado y muy sutil, pero ahora era todo lo contrario. No entendía su cambio, ¿que lo habrá hecho cambiar así tan drástico? Si, tambien me pregunto lo mismo.
El Ricardo de ahora era... Inseguro, patán, descuidado, poco gentil y muy pero muy irritante; su presencia era como estar en un enfrentamiento de armas, si haces un mal movimiento terminas acabado, su mirada era completamente indeseable y solo con oír su voz era suficiente para que pasaras el resto del día entre maldiciones.
Fui a donde Helen, luego de mi plática con Ricardo, ya no tenía Tiempo de pasear por toda la firma.
— Helen preciosa, ¿que tienes para mí? — Dije postrándome en su escritorio.
— Pues la señora de almas ya está aquí.
Era mi clienta, estaba esperando para ser atendida cordialmente por mi.
Me acerqué a ella para pedirle que me siguiera a la sala de juntas, si, allí debía atender a mis clientes debido a que aún no tenía mi oficina propia.
Mientras me dirigía a la sala, note que alguien estaba en la oficina de James, pero el no estaba allí. Lleve a la señora de almas a la sala de juntas y le pedí que me esperara un segundo mientras iba por mi cosas.
No les voy a negar que la curiosidad me estaba consumiendo, necesitaba saber quién era esa persona que estaba en la oficina de James.
Fui a la oficina de Adán por mis cosas y de regreso pase por la oficina de mi hombre helado. Cuando abrí la puerta sentí como si mi alma se quebrara, me faltaba la respiración y no pude evitar las lágrimas al ver que Ana estaba allí, estaba sentada frente a James que de alguna manera ya había regresado y estaba desnudando a esta mujer.
Era increíble lo que estaba mirando, ellos solo estaban allí dejándose llevar.
No hice ruido, solo salí de allí y con mucho cuidado cerré la puerta. Camine a la oficina de Adán una vez más, el estaba en una audiencia así que la oficina estaba sola para mí.
¿Alguna vez han sentido que el mundo se les viene abajo? ¿Que ayer pensaban que todo era perfecto y de la nada todo es un desastre? Justo eso me estaba pasando a mí ahora. Quería despertar de esta pesadilla, quería salir de este lugar y nunca más volver.
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Amor Y Leyes. Unidos Por El Destino.
RomanceEn ésta historia de amor, sufrimiento y traición, no será nada fácil creer en los sentimientos. Elizabeth regresa a México después de varios años y se encuentra con su único y verdadero gran amor de la infancia; James, el estará dispuesto a conquist...