Muere Juan Moitas Da Quinta. A los 48 años de edad. Gran pintor y mejor persona. Dedicó su vida a salir a delante y enseñarle principios a su familia que nadie se había molestado en inculcarle. Aprendiz sin pluma.Nacido en 1949, en un precioso pueblo medieval, Alburquerque.Los primeros años de su vida, careció de calzado, corría las calles empedradas como alma que lleva el diablo a pesar de tener suelas de piel encalladas. Acompañado siempre de un palo, guiaba a las ovejas que cuidaba a cambio de un sitio donde dormir y algo de comer. Sin figuras materna y paterna, no porque no existieran, se crio entre animales y campo a expensas de recibir alguna caricia perdida.Contaba en sus tiempos, que cerca de los seis o siete años, salió una noche de la cuadra donde dormía, sonámbulo perdido, y se metió en un pequeño cubículo que había tallado en una cerca de rocas, y que por la mañana cuando despertó, no era capaz de salir. Engullido por la piedra, permaneció en cuclillas con las piernas encogidas y los brazos sosteniendo las mismas y con la cabeza entre ellas, hasta que el dueño del cortijo lo descubrió esperando paciente a que alguien lo sacara.Rondando la adolescencia, calzaba sandalias de cuero que llevaba orgulloso con calcetines blancos que crispaban la visión de cualquiera que lo viera.Se prendó de una bella aldeana, a la cual llevó en su corazón más de seis largos años en los que tuvo que emigrar al norte de España para huir de la pobreza y la dictadura de su padre.Aprendió a escribir gracias a los señores donde había servido de niño, y al marchar, por las cartas que le mandaba a su amada, pudo ponerla en práctica.En 1970, cumplió con el servicio militar en Bilbao.Allí vivía junto a su hermano pequeño y su hermana mayor que los había acogido a cambio de una pequeña recompensa económica.Formó un equipo de trovadores con su hermano, el equipo que más alto subía a pintar torretas. Fueron reclamados por mucho sitios de España y recorrieron varios lugares en los que dejaron recuerdos y construyeron amistades.Cansado de vivir lejos de su novia, le mandó una carta para anunciarle el enlace que se llevaría a cabo sin su consentimiento. Suerte tuvo que lo amaba con locura y esperaba ansiosa que llegara a recogerla.El 15 de agosto de 1975, contrajo matrimonio con la hija del porquero de Puebla de la Calzada. Gran familia humilde. Partieron a los dos días a tierras desconocidas y encauzaron su vida por la zona sur del país.Con dos hijos pequeños, un varón de seis años y una hembra de cuatro, llegaron a Madrid, donde establecieron la vivienda familiar y dejaron de ser nómadas.Derrochando la calidad de persona que era, recogió a sus ancianos padres de su lugar de origen y se los llevó a su casa para poder atenderlos después de que su padre sufriera problemas de salud.Un revés de la vida, lo retó a luchar durante más de catorce años contra una horrible enfermedad. Esta, más poderosa que él, se lo llevó por delante a medias de vivir.Su hermano pequeño, el trovador que lo acompañaba siempre, cuenta historias divertidísimas que vivieron juntos, y nos enseña fotos que podemos cotejar.Por suerte recuerdo el cariz de su esencia, era una persona risueña, divertida y hogareña. Admiraba los dibujos animados hasta tal punto que reía a carcajadas cuando los gastaba. También disfrutaba de la fruta como si de ella dependiera su existencia, podía llegar a comerse dos y tres kilos al día.Pero lo que más recuerdo de todo, es de entrelazar los dedos de mis manos con los suyos y acariciarlos. Cierro los ojos y siento el tacto basto de su piel y los surcos de los nudillos. Cierro los ojos y aspiro su aroma que me inunda de nuevo. Cierro los ojos y le veo delante de mí como si nunca hubiera fallecido.