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Aquel chico de hebras lilas soltó un pequeño bostezo, llevando sus manos detrás de su nuca con flojera. Su mirada entonces se posó sobre su compañero del que se sentía levemente atraido, y rápidamente sonrió con gentileza de solo mirarlo mientras él hacía garabatos en su cuaderno.

Parpadeó un par de veces en cuanto notó que el contrario se había girado para mirarle, ya se estaba volviendo una costumbre el ser descubierto por el pelinegro mientras lo observaba pensando en cualquier cosa que pasará por su mente, y aunque era vergonzoso, también le resultaba divertido.

—¿Qué miras?—el susodicho preguntó, elevando una ceja.

Contrario a lo que Brief sentía, le disgustaba que le mirase de esa forma por dos simples razones: La primera porque le daba la sensación de estarse burlando secretamente de él; y la segunda porque, como dijo anteriormente, su sonrisa llegaba a ser escalofriante si lo miraba por mucho tiempo y más con esos ojos azules y profundos que a veces lograban ponerle los pelos de punta.

—Nada.—sonrió sutilmente. Goten lo miró con duda, pero no dijo otra palabra.

Los murmullos del resto de sus compañeros charlando cualquier tema al azar, molestaban levemente a Son, quien no podía evitar soltar suspiros de fastidio por lo ruidosos que eran todo el tiempo.

Sintió una mano posarse sobre su cabeza, sobresaltándolo. De inmediato miró a quien tenía a su costado y la brillante sonrisa de su compañero pelilila no se hizo esperar, para nada.

—Tranquilizate, ¿Si?—rió un poco, refiriéndose al estrés que el bullicio de sus compañeros provocaba en el pelinegro.

—Estoy tranquilo.—bufó, apartando la mano ajena de su cabeza. -Y ya deja de hacer eso. Aquella vez te dije que estaba teniendo un mal día, no tienes la obligación de tocarme cada que algo me pasa.-

Trunks no insistió, en lugar de eso bajó la mirada, mientras posaba su cabeza sobre su púpitre. Realmente estaba comenzando a hartarse de ese trato de parte del chico, pero al mismo tiempo no tenía el deseo de alejarse de él. Su curiosidad no le dejaba alejarse por mucho que quisiera.

—Voy al baño.—avisó el menor, levántandose de su asiento. No le gustaba salir del aula durante las clases, pero sentía que su vejiga iba a explotar y necesitaba ir en ese mismo instante.

—De acuerdo.—

Al recibir la afirmación por parte de su compañero, se dispusó a caminar (más bien correr) en dirección a los baños más cercanos, los cuales, para su fortuna, estaban en ese mismo pasillo.

Una vez llegó al tan esperado lugar, notó que el mismo estaba completamete vacío, cosa que lo alegró, pues no le gustaba estar en ese tipo de lugares con otras personas. Precisamente por eso siempre era de los últimos en cambiarse durante la clase de gimnasia.

Entró en uno de los cubiculos, cerrando la puerta detrás de si y bajando el cierre de su pantalón. Soltó un suspiro de alivio, sin duda era una sensación reconfortante luego de esperar por mucho tiempo para ese placentero momento.

Al terminar, salió y lavó sus manos con algo de prisa pues ya debia regresar al aula de clases antes de que su profesor llegase; sin embargo, escuchó el sonido estruendoso de la puerta de madera siendo cerrada con fuerza, sobresaltándolo de sobremanera al pensar que se había quedado encerrado.

Rápidamente se giró en dirección a la puerta, y de inmediato un gemido de susto se escapó de su garganta al tener de pie frente a él a la persona que más detestaba en el mundo.

El castaño sonrió, complacido por la dulce expresión de terror en su rostro que ahora estaba más pálido de lo normal. No pudo evitar sentirse nóstalgico al recordar como, de niños, él lo miraba con ese mismo semblante en su tierna carita.

I Like You ┇TruTenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora