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Una densa niebla imaginaria hizo aparición a su alrededor, cubriendo sus ojos, impidiéndole ver con claridad cualquier otra cosa que no sea la silueta moviéndose ansiosamente a través del reflejo en la vitrina. Incluso tuvo la necesidad de pellizcar su propio brazo para comprobar si todo lo que está sucediendo es real, o por el contrario se trata de una simple pesadilla de la cual despertará pronto, encontrándose en primera fila con el rostro arrugado en una mueca de preocupación de parte de su abuelo y sus siempre presentes pastillas para dormir, junto a su fiel conejo de peluche; todo eso en la tranquilidad de su casa, con las cuatro paredes que conforman su habitación siendo testigos de lo cruel que la mente misma puede ser a veces.

Sin embargo, no era una pesadilla. Todo es real. Tan real como ha sido hasta ahora, aún si nada parecía no serlo realmente.

Algo en su interior se remueve, sacándole el aire en el proceso. Podía sentir su corazón chocar incesante con gran fuerza en su pecho, como queriendo arrancar su piel y salir corriendo lo más lejos que pudiera de aquella incómoda escena. Sus manos aprietan su camiseta deportiva, tal vez en busca de limpiar el sudor que ni él sabe de dónde apareció. Había dejado todo de lado para centrarse en su propia respiración y pensamientos, los cuales le exigían actuar viéndose en la situación en la que está.

¿Por qué todo se torna tan aterrador de repente? ¿Acaso Kami o algún otro ser superior al entendimiento de los humanos, goza de ese tipo de entretenimiento tan horrendo? O mejor aún, ¿Él mismo goza de su propio sufrimiento como para causarlo en primer lugar?

Probablemente nunca tendrá la respuesta a todas sus preguntas, pero de algo si está seguro...

La voz de su amiga es extremadamente fastidiosa.

—¡GOTEN! ¡¿ESTÁS BIEN?!—

Salió de su trance en cuanto la fémina gritó directamente en su oído, aturdiéndolo por unos breves segundos en los que alejó el aparato de su oreja. Por un momento olvidó la existencia de Videl y el hecho de que ambos habían estado charlando pacíficamente hasta que "él" hizo aparición.

—¡Respóndeme, por favor!—continúo insistiendo la mujer. Su amigo llevaba largo rato sin decir ni una sola palabra, trato de llamar su atención con más comentarios fuera de lugar que siempre lo sacan de quicio, pero este sencillamente no respondía, así que comenzó a preocuparse por la seguridad del muchachito. —¡Llamaré a la policía!—

—¡N... no!—

Sus labios no se separaron más que para detener las acciones de la mayor. Volvió a colocar el aparato al lado de su oreja y respiró hondo, tratando de sonar lo más convincente posible.

—E... estoy bien, solo me distraje con algo.—no apartaba su vista del vidrio por nada del mundo, atento a cada movimiento. —Te llamaré después, ¿Si...?—

—¿Seguro, pequeño?—cuestionó, usando esa voz dulce y comprensiva que suele utilizar con el chico cuando sabe que algo no está bien. —¿No te sientes mal o algo?—

—No... estoy bien, te llamaré mañana.—

Antes de que ella pudiera decir algo más, dio por finalizada la llamada, apagando rápidamente el dispositivo con el propósito de no recibir más distracciones. Ahora debe enfocarse en su situación actual, pensar con la cabeza fría, sin dejarse llevar por sus emociones como casi siempre hace.

Llevó sus manos a su cara, apartando algunos mechones de cabello de su rostro pálido por el reciente susto. Unas cuantas gotas de sudor se mezclaban con su cabellera azabache, y con un movimiento de mano apartó sus cabellos hacia atrás, más por distracción que por querer hacerlo realmente.

Apretó sus puños ansiosamente, cuestionándose brevemente que se supone que debe hacer. Es totalmente consciente de que huir ya no es una opción viable, tampoco actuar compulsivamente, ni mucho menos derrumbarse a llorar hasta el cansancio por sus desdichas en busca de que el cielo tenga un poco de piedad con él. No la merece en primer lugar.

I Like You ┇TruTenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora