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Despertó con la respiración agitada, mientras unas cuantas gotas de sudor recorrían su frente y de sus ojos se deslizaban finas lágrimas. Llevó sus manos a sus azabaches cabellos y los revolvió con cierta desesperación. Le tomó un rato regular su respiración, pero cuando lo hizo, enfocó su vista en su célular en su mesita de noche y se fijó en la hora.

Sus ojos se abrieron de par en par al notar que se había levantado diez minutos tarde a lo que acostumbraba y decidió finalmente levantarse, sintiendo como su cuerpo tronaba un poco en la acción debido a la mala posición en la que había dormido. Se estiró un poco en su propia cama y seguido se levantó, quejándose de forma ligera al sentir la frialdad del suelo tocar sus pies; la sensación no duró demasiado, pues casi al instante se colocó sus pantuflas para después ir al baño.

El pasillo estaba vacío, aunque en realidad no le sorprendía; su padre ya debió de haberse ido al trabajo. Goten suspiró, y caminó hasta el baño frente a su habitación. Al llegar, se deshizo de su pijama y se metió a la bañera, temblando al sentir el agua helada.

¿Por qué siempre tenía ese sueño?Ya han pasado años desde aquello, y aún así, su mente le obligaba a recordar por más que se negaba a hacerlo.

Era un hecho, odiaba a su mente tanto como se odiaba a si mismo.

Arrojó agua fría a su rostro para tranquilizarse y tratar de no pensar más en ello. Pero no podía, definitivamente estaba condenado a cargar con ese incidente por el resto de su vida.

Un escalofrío recorrió su espalda, salió de la bañera una vez terminó de enjuagarse y enrolló una toalla a su cintura. Volvió a mirar detenidamente el pasillo. Nadie. Tan oscuro y silencioso como hace rato. Se adentro de nuevo en su cuarto, y sacó de un cajón su uniforme escolar

Era su primer día de clases; ya era su último año en la preparatoria, a un paso de la universidad. No estaba emocionado, pero tampoco le aburría la escuela. Aquel sitio y sus actividades lograban distraerlo y despejar su mente de la realidad en la que vivía.

Se podría decir que eso, y los libros era lo único que lo mantenían con vida.

Llegó al comedor; y al encender el interruptor de la luz, pudo divisar en la mesa dos platos.

Elevó una ceja confundido, recordaba haber fregado todos los trastes de la cena del día anterior, avanzó en dirección a la mesa y pudo ver que ambos platos estaban cubiertos con papel aluminio. Uno tenía una hoja con su nombre, indicando que era suyo; mientras que el otro tenía escrito: "Bardock".

-¡Ah! ¡¿Quién eres?!-escuchó a sus espaldas.

Goten se dió la vuelta, encontrándose frente a frente con un hombre de edad avanzada, su cabello era canoso y parecía una palmera, tenía una cicatriz que formaba una "X" sobre una de sus mejillas, piel morena y arrugada. El anciano frunció el entrecejo y se acercó al "desconocido" con cautela.

-Soy Goten, tu nieto.-aclaró, entrecerrando levemente sus ojos.

-¿Nieto?-pensó un momento. -Oh, ya recorde.-

El pelinegro rodó los ojos y se sentó en la mesa seguido de su abuelo.

-¿Dónde está Kakarotto?-cuestionó el mayor, paseando su mirada por el lugar.

Goku era el nombre del padre del adolescente, pero por algún motivo, su abuelo se refería a él como "Kakarotto"
De hecho, una vez le contó que esto se debía a que cuando su padre nació, a Bardock le pareció una zanahoria más que un niño, y de ahí el nombre.

-Ya se fue al trabajo, aunque por alguna razón preparó el desayuno.-habló, mientras caminaba a la despensa por una taza. -¿Quieres cáfe?-

-Si.-

I Like You ┇TruTenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora