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Goten estaba aterrado.

Su integridad física, dignidad y cordura parecían colgar de un hilo en ese momento. Un hilo de fibras muy delgadas que en cualquier momento podría romperse, llevándose consigo la poca paciencia que extrañamente aún conservaba.

El espacio cerrado en el que se encontraba no le proporcionaba libertad sobre sus extremidades. A decir verdad, era bastante incómodo estar en una sola posición por mucho tiempo pero, en su opinión, es mucho mejor estar encerrado en un casillero, que lidiar con toda la guerra campal que en ese instante se estaba dando en el patio escolar.

De solo pensar en lo que probablemente esté ocurriendo en dicho lugar, los pelos se le ponen de punta.

En resumen, era la última clase del día, por ende, alguno de sus compañeros le propuso al profesor de gimnasia realizar una actividad diferente para, según él, "promover la competitividad en los alumnos" y otra basura repetitiva que no le interesó en lo más mínimo escuchar.

No esta muy seguro, pero aquello suena a algo que cierto chico de hebras lilas diría.

Al final, el docente aceptó con la condición de que todos ayudaran a limpiar el espacio al finalizar la jornada y simplemente se fue, dejando a más de veinte estudiantes a la intemperie en medio de lo que Goten definió como: "La espantosa guerra de agua".

Aún no puede creer en como nadie pensó que tener a un grupo de jóvenes llenos de agua fría, suciedad y sudor, era una muy mala idea. Después de todo, aquellos gritos de lo que supone es "euforia", más bien parecían alaridos de dolor al ser impactados del plástico repleto de líquido a una velocidad que podría ser peligroso.

No es como si él nunca hubiese jugado ese tipo de juegos, al contrario, él solía divertirse junto a su padre jugando a rociarse agua de la manguera cuando le ayudaba a limpiar su auto. Puede confirmar que es divertido competir por quién rocía con más agua al contrario...

El problema, es que sus compañeros no son precisamente personas civilizadas con las cuales jugar y pasar un rato maravilloso.

Se sobresalto un poco al escuchar algún globo de agua impactar con una ventana justo al lado del casillero en el que se encontraba, y es que no había conseguido un lugar mejor para ocultarse que su propio casillero en los vestidores masculinos, un lugar que podía ser agradable siempre y cuando esté completamente solo.

La puerta entreabierta del compartimiento le daba una vista muy clara de una pared de la cual colgaban un par de zapatos de quién sabe quién. Obviamente no iba a encerrarse a sí mismo y esperar que alguien llegue a liberarlo, por eso decidió permanecer con la puerta entreabierta para tener la opción de salir y al mismo tiempo mantenerse oculto.

Era un escondite perfecto, sin contar el poco espacio y el hecho de que no esta aislado de sonido.

Aún así, ese detalle no le impedía tomar una pequeña siesta. Se acomodo un poco mejor en su lugar, de manera que sus rodillas chocaran lo menos posible entre ellas y su cabeza no impactase de lleno con el metal. Sorprendentemente, el espacio era lo suficientemente extenso como para que un adolescente de estatura y ancho promedio pudiese meterse allí.

Cerro sus ojos decidido a descansar un poco de toda la carga de información obtenida en el día, hasta que el sonido de la puerta de los vestidores siendo abierta llamó su atención.

El silencio reinó por unos segundos, como si aquella persona estuviese analizando el lugar o buscara a alguien, para después escuchar el sonido del metal haciendo eco en el lugar, señalando que la puerta había sido cerrada. Seguidamente, pasos lentos acompañados de chapoteos por la humedad del lugar y la batalla campal que se estaba dando afuera, se aproximaron hasta donde Goten supone se trata de su dirección.

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