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Ese día el clima está más frío que de costumbre.

El viento sopla con fiereza, azotando el paisaje con su furia desenfrenada. Las gotas de lluvia helada caen del cielo como proyectiles, golpeando con determinación todo lo que encuentran a su paso, como si desearan derribar cualquier obstáculo en su camino.

Goten observaba el paisaje lluvioso a través de la ventana del auto de su padre. Las gotas se deslizaban una tras otra sin parar, impidiéndole presenciar correctamente hacia afuera, aunque realmente no le molestaba.

El día lluviosa era simplemente perfecto para quedarse en cama durmiendo, pero no, sus responsabilidades como estudiante se lo impedían por completo, obligándole a levantarse temprano para asistir a esa prisión de mentes que aspiran a más.

Para evitar dejarse vencer por el sueño, llevaba consigo un envase con café caliente en su interior, bebiendo pequeños sorbos cada cierto tiempo para espabilarse, aunque los bostezos ocasionales no faltaban.

A su lado, su padre, conducía en silencio hacia el colegio relativamente cercano, también degustando de una bebida caliente para el clima frío. Apretaba el volante del vehículo con su mano libre, algo nervioso por alguna razón que Goten desconoce, pero deduce que se lo hará saber pronto.

Abrió sus labios por tercera vez durante el trayecto para decirle algo, pero nuevamente los cerró, callando cualquier inquietud que tuviera. Goten volteo la cabeza para mirarle, pretendiendo que no lo había estado observando de reojo todo el tiempo, sonrío y decidió ser quien dé el primer paso.

—¿Qué pasa? —Goten jugueteaba con el envase de café entre sus dedos largos y pálidos.

Su padre pareció sorprenderse, intercambiando miradas entre su hijo y el parabrisas, tratando de encontrar las palabras adecuadas para comenzar la conversación.

—Ehm... —se reprochó mentalmente por dudar tanto. Ya era un adulto y debía comportarse como tal. —Escucha, tengo que hablar contigo sobre algo muy importante...

—Si se trata de tu trabajo, horas extra o lo que sea, sabes que al abuelo y a mí no nos importa... —

—No, no es nada de eso. —interrumpió bruscamente, apretando con más fuerza el volante.

La mueca del joven se volvió más confusa, arqueando aún más su ceja y entreabriendo un poco sus labios.

—¿De qué se trata entonces? —

—Hay algo que me preocupa, sobre... sobre tus estudios y... ¿Sabes algo? —una sonrisa nerviosa escurrió de sus labios y, de pronto, todos los movimientos del auto se detuvieron. Goku aparcó el vehículo en uno de los estacionamientos. Ya habían llegado a su destino. —, hablaremos de eso en casa, ¿Si? —

—¿Que? —Goten abrió aun más su boca, como si su padre hubiese realizado el peor pecado jamás presenciado en la historia de la humanidad. —¿Quieres dejarme con la intriga todo el día? —

—Creeme que no quisiera, pero tienes que ir a la escuela. —volvió a reír con el mismo nerviosismo y aproximó su mano a la cabeza ajena para proceder a despeinar los -ya alborotados- cabellos. —Buena suerte. —

Agradeció con un leve asentimiento, abrió la puerta del auto y corrió en medio de la lluvia hacia la entrada del instituto como alma que lleva el diablo. Gritaba internamente a la par que jadeaba y trataba de cubrir su cabeza con sus manos, aunque de nada le sirvió, pequeñas gotas de lluvia quedaron impregnadas en su uniforme escolar.

Suspira desganado y se aproxima a un contenedor de basura para deshacerse del poco café que quedaba en el envase, el cual ya estaba bastante tibio. Se dio la vuelta para comprobar que su padre se hubiese ido y, efectivamente, ya no había rastros del vehículo color gris.

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⏰ Última actualización: Jul 25 ⏰

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