05 de agosto de 2018. Oslo, Noruega.Ahí estaba ella, tan hermosa como siempre.
La luz de la noche iluminaba su rostro haciéndola ver aún más bella de lo que ya era. La luna alumbraba su rostro causando que su piel lechosa se viera más pálida de lo que ya lo era. Sus ojos color miel lo miraban con un profundo amor y podía ver en ellos miles de promesas y planes por cumplir a su lado.
En su labios se posaba una radiante y perfecta sonrisa, de esas que eran solo para él y que hacían que se enamorara cada vez más de ella, si es que eso era posible. Su cabello castaño cayendo por su espalda hasta su cintura en largos y bonitos bucles; con el paso de los años se había corregido y ya no era tupido, ahora era mucho más fácil de manejar.
Ella vestía unos jeans de mezclilla, unos tenis negros y la sudadera de Los Beatles que había tomado del armario de él la semana pasada. Le llegaba abajo de los muslos y las mangas tapaban completamente sus manos, pero a sus ojos era la imagen más hermosa y tierna del mundo.
Él utilizaba unos jeans de mezclilla negros rotos por la rodilla, unos tenis blancos, una playera blanca básica y arriba de ella portaba una camisa de franela negra a cuadros, abierta completamente y con las mangas dobladas por encima de los codos; su cabello rubio platino estaba algo alborotado por el viento.
Estaban recostados sobre el césped frente a frente, sus manos estaban entrelazadas y sus miradas chocaban.
-¿Quieres volver?-Le preguntó él.
La guerra había terminado hacía unos meses y el castillo ya había sido reconstruido. Cuando todo terminó y los últimos mortífagos fueron enjuiciados y sentenciados decidieron alejarse de todo y de todos y fueron a una casa de campo en Noruega que era propiedad de los Malfoy. Draco había sido enjuiciado por portar la marca tenebrosa, pero luego de jurar bajo los efectos del veritaserum que había sido amenazado fue liberado de los cargos.
El Trío de Oro se había vuelto un ícono en la comunidad mágica de Londres y los paparazzis los perseguían a todos lados. Ron y Harry parecían encantados con ello, pero Hermione odiaba ser el centro de atención. Al ser héroes de guerra habían estado presentes en todos los juicios y habían testificado en contra de la mayoría. Cuando fue el turno de Draco, Harry y Hermione decidieron testificar a favor por la ayuda que les había dado cuando los carroñeros los capturaron y los llevaron a la Mansión Malfoy y más tarde durante la Batalla de Hogwarts. Ron se enojó y no habló con ellos en una semana, porque según él, Malfoy merecía pasar el resto de su vida encerrado en Azkaban pero al final Harry terminó convenciéndolo de que merecía otra oprtunidad.
Esa mañana mientras desayunaban les habían llegado unas cartas de la, ahora directora, Minerva McGonagall pidiendo que volvieran al castillo para recursar su último año y graduarse, junto con dos placas de premio anual. Habían decidido dejar el tema de lado y hablar sobre ello en la noche.
-No lo sé, sinceramente si me gustaría terminar Hogwarts pero no quiero regresar y que todos estén mirándome y hablando a mis espaldas.
-Aún tenemos unas semanas para pensarlo y mandar una respuesta, podemos hablar con Blaise y ver qué es lo que quiere hacer él, después podremos tomar una decisión.
-¿Y tú qué quieres hacer?-Preguntó Hermione. Él se quedó en silencio unos segundos antes de suspirar pesadamente.
-Sé que si vuelvo voy a ser presa de todas la críticas y miradas, pero también quiero graduarme así que estoy indeciso.-Hizo una pausa.-Pero ahora no hay que pensar en eso.
Se levantó del suelo y extendió su mano para ayudarla, la acercó a él tomándola por la cintura y ella deslizó sus brazos alrededor de su cuello haciendo que sus rostros quedaran a centímetros del de el otro.
-Ahora hay que disfrutar de esta hermosa noche.-Susurró sobre sus labios para después fundirse en un beso tierno y lleno de amor.
"Las almas más bonitas florecen en el caos".
—Max.
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Secrets || Dramione
Fanfiction•|Secreto. (del latín secrētum). [m]. Cosa que cuidadosamente se tiene reservada y oculta.|• El ser humano, por naturaleza, esconde secretos, ¿quién no ha guardado un misterio personal alguna vez? Si nos paramos a pensar, seguro que hay algo que no...