Elizabeth por fin estaba recibiendo la atención que tanto deseaba. Ya no solo era la mejor amiga de Annie Fields, sino que se trataba de la súper chica que sobrevivió a un disparo. Todos en la escuela la saludaban, le preguntaban cómo estaba o si necesitaba de algo, varios chicos se disputaban su atención, ofreciendo su ayuda para cargarle la mochila o llevar la bandeja de comida hasta la mesa. Era acreedora de toda clase de atenciones, lo cual le encantaba. Sin embargo, la realidad era que el disparo no fue una herida que pusiera su vida en riesgo; el hecho de estar detrás de Cedric combinado con la mala puntería que utilizó Milton, obtuvo como resultado un simple roce en su costado izquierdo. Doloroso, claro, pero nada mortal. Aunque le pidió a sus amigos que manejaran la situación como si fuera una guerrera, sobreviviente al ataque de, irónicamente, el hermano de su mejor amigo.
En cambio, la popularidad de Cedric cayó varios puntos al convertirse en el hermano de un intento de asesino. Algunos estudiantes le dedicaban miradas de repudio, otros hacían comentarios de desprecio cuando pasaban cerca de él. Incluso, una chica le dio una bofetada, creyendo que él era Milton.
La escuela era un caos tras la noticia, pero eso no le afectaba a Annie ni la perturbaba; ni siquiera la creciente atención que recibía su amiga, opacándola en algunos momentos, le causaba alguna emoción significativa. Se sentía extraña, pues no podía dejar de pensar en el momento que la policía llegó a casa de los Baird y se llevó a Milton esposado. El chico ni siquiera parecía estarse percatando de lo que sucedía. El único ápice vida que quedaba en su mirada, murió aquella tarde.
—Hola Annie.
La voz de Andressa la extrajo de sus pensamientos de golpe.
—Hola. —No estaba de ánimos para conversar.
—¿Te encuentras bien?
Fields era experta manejando las emociones de los demás tanto como las suyas, sin embargo, ese día le estaba costando mucho trabajo disimular que se sentía mal. Era un malestar físico fusionado con un inquietante tambaleo mental. Pasó toda la mañana callada, no participó en clases y, para sorpresa de todos, se equivocó al responder una pregunta que le hizo el profesor Hawk. No parecía ser la Annie que todos conocían.
—Sí, ¿por qué? —Intentó dedicarle una sonrisa coqueta, pero su expresión se asemejó más a una mueca de sufrimiento.
Andressa detuvo a Annie y permitió que sus dos acompañantes se adelantaran entre el puñado de estudiantes que se dirigían hacia la cafetería.
—¿Qué sucede?
—Me gustaría hablar contigo sobre lo que está sucediendo con Milton. —La seguridad de Andy era irreconocible.
Resopló. —Ya le dije a todos en la escuela que no pienso decir nada, si quieres saber el chisme completo puedes preguntarle a Elizabeth.
Hizo ademán de marcharse, pero su amiga la detuvo sujetándola del brazo, lo cual le molestó. A pesar de que no se sentía del todo bien, no perdía su desprecio hacia ese tipo de acciones. No le gustaba ningún tipo de contacto físico que no fuera autorizado por ella, mucho menos cuando era para limitarla.
—Tu amiga no me interesa. —Apretó el agarre sobre la extremidad de Fields.
—¿Qué sucede contigo?, ¡suéltame! —Intentó liberarse, pero los dedos de Andressa se aferraron con fuerza.
Algunos estudiantes que caminaban por el pasillo las miraron con curiosa atención, cuchicheando entre risas.
—No hagas un escándalo, Annie.
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Las diez razones por las cuales te asesiné
Mystery / ThrillerUn mensaje escrito en una de las habitaciones del Sanatorio Mental Kenneth perturbó a las enfermeras y a los internos, pues en él se plasmaron las diez razones por las cuales Annie Fields fue asesinada. La persona que ejecutó a la joven compartí...